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El momento más peligroso de cualquier recorrido en un automóvil es precisamente cuando llegamos a nuestra casa. Si acabas de recibir tu licencia para conducir, eso de manejar todavía te resulta genial. Cuando yo empecé a conducir quería ir a todos lados. Daba marcha atrás para recoger el periódico, arrancaba, y me estacionaba de nuevo. Te digo que el solo hecho de sentarme en el asiento del conductor me resultaba placentero.
Pero después de un tiempo se acaba la novedad. Empiezas a odiar las peleas con el tránsito, te pasas algún alto aquí o allá, y dejas de bajar la velocidad cuando aparece la luz ámbar. Estos malos hábitos de manejo salen a relucir realmente cuando estás cerca de tu casa. Es normal bajar la guardia y relajarte porque estás a solamente unos metros de la comida y el refugio. Esa es la razón por la que ciertos estudios indican que la mayoría de los accidentes sucede en un perímetro de 25 kilómetros aproximadamente alrededor de la casa o el destino final del conductor.
A lo mejor por eso los israelitas cayeron presas de la inmoralidad sexual y la apostasía de los madianitas. Estaban a unos pocos kilómetros de la Tierra Prometida. Ya podían verla al otro lado del río Jordán; casi podían probar sus uvas del tamaño de una sandía. Bajaron la guardia.
Dios sabía que si los israelitas habían de tomar posesión de su destino exitosamente, necesitarían un código que les permitiera repartir imparcialmente la tierra, leyes para castigar actividades criminales como el asesinato; y lugares en los que el acusado, inocente o culpable, pudiera refugiarse mientras se lo juzgaba.
¿Por qué Dios hizo esto? Él no quería que los israelitas llegaran tan cerca de su herencia, para luego echar todo a perder por su desobediencia e ignorancia. Recuerda que estaban a punto de poseer la tierra que Dios había prometido a Abraham, su padre, cientos de años antes. Eso era algo grande.
Tú también estás cerca de la Tierra Prometida celestial. Ahora no es el momento de desechar las leyes de Dios. Sé obediente hasta el final, y Dios te recompensará grandemente. ¡Sé fiel!
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Números 34-36
Lee Números 35: 6-33. ¿Ves alguna similitud con nuestras leyes de hoy?