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¿CONOCES A JOSUÉ?

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Mi siervo Moisés ha muerto. Por eso tú y todo este pueblo deberán preparase para cruzar el río Jordán y entrar a la tierra que les daré a ustedes los israelitas (Josué 1: 2).

Paul Harvey, un viejo comentarista de radio, cuenta esta historia verídica. En una tibia mañana de verano, un hombre llamado Ray Blankenship desayunaba cuando miró hacia fuera por la ventana. Horrorizado, vio que al lado de su casa una pequeña niña luchaba entre las aguas de una zanja de drenaje que la lluvia había llenado. Más abajo, en la calle, la zanja se precipitaba por debajo de un camino, para luego vaciarse en la alcantarilla general.

Ray salió al instante por la puerta y corrió a lo largo de la zanja, tratando de alcanzar a la niñita. Finalmente se arrojó a las rugientes y profundas aguas. Fue capaz de asir uno de los brazos de la niña, y mientras daban volteretas de un extremo a otro, Ray trató frenéticamente de agarrarse de alguna cosa. A solo un metro de la alcantarilla y el desastre, la mano libre de Ray sintió algo que sobresalía de una de las orillas. En un santiamén, se aferró desesperadamente a eso, mientras la corriente arremetía contra ellos. Cuando llegaron los bomberos, con esfuerzo había logrado sacar a la niña a la orilla. Ambos fueron atendidos luego del susto.

Por su osado rescate, Ray Blankenship fue recompensado con la Medalla de Plata al salvavidas de la Guardia Costera. La recompensa fue más que justa, porque Ray corrió un riesgo mucho mayor que el que hubiera asumido la mayoría de los mortales: ¡No sabía nadar!

El libro de Josué es uno de los más maravillosos que jamás leerás. Como Ray Blankenship, Josué enfrentó aguas profundas mientras se preparaba para guiar al ejército de Dios en la batalla contra los poderosos gigantes que vivían en las fortificadas ciudades de Canaán. Josué necesitaría poderes sobrenaturales para sobrevivir a las poderosas aguas que enfrentaría. Necesitaba valor.

Dios se negó a enviar a Josué a la batalla sin preparación. Primero le dijo: «Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré» (Josué 1: 5). Luego le dijo: «Sé fuerte y valiente» (vers. 6), que significa: «¡No seas débil!». Luego, el Señor dijo a los israelitas que obedecieran las leyes que Moisés les había dado, y que se dieran un banquete con sus palabras. Nunca debían dejar que las palabras del Señor se apartaran de sus labios (vers. 7 y 8). A eso llamo yo un discurso alentador

NO DEJES DE LEER

Josué 1-3

¿Qué objeto guiaba a las israelitas hacia la batalla? Josué 3: 1-8.

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