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CÁLCULOS CONFUSOS

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En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor (Jueces 21: 25).

Desde el mismo principio el libro de Jueces describe una imagen horrible de lo que pasa si nos olvidamos de Dios. Después de la muerte de Josué, «surgió otra generación que no conocía al Señor ni sabía lo que él había hecho por Israel» (Jueces 2: 10). Lo que pasó después fue predecible. Los israelitas hicieron lo malo; sirvieron a los baales o dioses falsos. Básicamente sustrajeron a Dios de sus vidas, agregaron una tonelada de dioses falsos y esperaron que todo les saliera bien. ¡No! El final de Jueces prueba cuán confusos habían sido sus cálculos.

Jueces termina con uno de los crímenes más viles de toda la Escritura (si no has leído los capítulos 19 al 21, no entenderás mucho de lo que digo). Vamos a recapitular. Un miembro de la tribu de Leví viajó a una ciudad lejana para reunirse con una mujer que amaba pero lo había dejado. Cuando emprendieron su camino de regreso a casa, el levita se cansó, mas tuvo miedo de pasar la noche en alguna ciudad que no perteneciera a los hebreos. Podían ser asesinados fácilmente.

Finalmente llegó a Guibeá, una ciudad de la tribu de Benjamín. Nadie le ofreció hospedaje, excepto un anciano granjero. Esa tarde, un grupo numeroso de hombres fue a la casa del anciano y le exigió que entregara al visitante para que abusaran de él. (Puedes vomitar) Antes de que amaneciera, aquellos perversos habían atacado a la mujer del levita, y murió.

Consternado por lo sucedido, el levita la puso sobre su asno y se fue a su casa. Luego cortó el cuerpo de la mujer en doce pedazos y envió uno a cada tribu de Israel. Cuando los otros once jefes descubrieron lo que los hombres de Benjamín habían hecho, levantaron un ejército para atacar a la tribu entera. Cuando la guerra estalló, Dios usó a las otras tribus para casi exterminara Benjamín. Se perdieron 25000 hombres en la batalla, sin contar los otros hombres, mujeres y niños que fueron asesinados. Quedaron solamente 600 hombres de toda la tribu.

El Señor había sido el rey de Israel hasta que los israelitas llegaron a la Tierra Prometida, y entonces ellos ya no quisieron tener que ver algo con él. Como aclara el último versículo del libro de Jueces, Israel declaró que no tenía rey, y cada uno hizo lo que consideró correcto. Los resultados fueron desastrosos.

Jueces nos enseña a poner a Dios siempre en el primer lugar de nuestras vidas.

NO DEJES DE LEER

Jueces 19-21

Aun cuando las otras tribus israelitas habían ayudado a derrotar a los benjamitas, ¿cómo se habrán sentido con los hombres que quedaron después de la batalla? Jueces 21: 13-17.

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