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EL VACÍO

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Cuando le contaron a Saúl que David había ido a Queilá, exclamó: «¡Dios me lo lo ha entregado! David se ha metido en una ciudad con puertas y cerrojos, y no tiene escapatoria» (1 Samuel 23: 7).

¿Qué le pasa a una persona cuando el Espíritu de Dios la abandona? Es una pregunta difícil, y siempre he querido saber la respuesta. ¿Lo siente esa persona? ¿Sentirá un vacío en su corazón? ¿Tendrá un fuerte dolor de cabeza? Supongo que cuando Dios deja la vida de un ser humano, este no se da cuenta. De hecho, bien puede seguir creyendo que hace la voluntad de Dios. Esto parece ser lo que el rey Saúl pensó mientras perseguía a David.

Saúl se enfureció cuando supo que David había visitado a Ajimélec, el sacerdote de un lugar llamado Nob. «¿Cómo fue que el sacerdote no me dijo que David estaba allí?», explotó. Así que llamó a Ajimélec con toda su familia y le dijo a uno de sus esbirros: «Acábalos», al estilo de Los Soprano. Ese día Saúl masacró a 85 sacerdotes, al igual que todos los ciudadanos de Nob, niños y bebés incluidos (1 Samuel 22). Incluso mató al ganado.

Pensarías que un tipo que mató a tantas personas sabría que hacía mal, ¿no? Pero no Saúl. Creía que Dios estaba de su lado. ¿Te diste cuenta de lo que se dijo a sí mismo cuando descubrió que David y sus hombres estaban en la ciudad de Queilá? «Dios me lo ha entregado» (1 Samuel 23: 7). El rey realmente creía que Dios lo ayudaba a encontrar a David para que pudiera matarlo. Pero nada podría haber estado más lejos de la verdad.

Algunos de los peores crímenes alguna vez cometidos en este mundo los realizaron personas que luego declararon que Dios se los había pedido. Pero hay una enorme diferencia entre la gente que dice que tiene a Dios en su corazón, y la que en realidad lo tiene. ¿Cómo puedes saberlo? Es fácil.

No escuches lo que la gente dice; observa lo que hace. Luego busca en la Palabra de Dios para ver si lo que dicen coincide con las Escrituras. Mientras tanto, recuerda que la gente es humana y comete errores. Todos nos equivocamos. Sin embargo, Cristo dejó claro que muchos «que hablan de Dios» no son «seguidores de Dios» (Mateo 7: 21).

¿Cómo puedes dar hoy la bienvenida a la presencia de Dios en tu vida?

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