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MI JUDÁ

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En el año duodécimo empezó a purificar a Judá y a Jerusalén, quitando los santuarios paganos, las imágenes de la diosa Aserá, y los ídolos y las imágenes de metal fundido (2 Crónicas 34: 3).

Ya sea que estés en la onda de los videojuegos o no, probablemente conoces a los Sims, aquellos «parranderos necesitados, hambrientos de relaciones, que a los jugadores de la franquicia Los Sims les encanta controlar». Así es como Jinny Gudmundsen, directora de la revista Computing twith Kids, describió las primeras versiones de la franquicia Los Sims de Electronic Arts (EA) para Nintendo Wii y Nintendo DS. Pero a Gudmundsen la impresionó MySims, un juego que EA desarrolló para niños.

Gudmundsen escribió en su columna «CyberSpeak» para USA Today: «En ambas versiones, llegas a un pueblo que pasa por un momento difícil y ha perdido muchos de sus residentes. Mediante tus acciones, ayudas a mejorar la condición del pueblo hasta que obtenga una puntuación de cinco estrellas». El alcalde asigna tareas a los jugadores para que ayuden a mejorar el pueblo: atraer turistas o plantar árboles, explicó Gudmundsen. A medida que cada tarea queda concluida, el pueblo vuelve a la vida. Los residentes regresan, se abren negocios y los habitantes son más felices,

Los diseñadores de MySims probablemente nunca leyeron la historia del rey Josías en 2 Crónicas 34 y 35. Si bien la base del juego parece estar modelada según esta historia bíblica, dudo que sea el caso. Cuando Josías llegó a ser rey de Judá a la madura edad de ocho años, Judá era una ruina, pero no por mucho.

Manasés, el abuelo de Josías, fue tan malo que Dios permitió que los asirios conquistaran Judá, capturaran al rey, le pusieran un gancho en la nariz, lo ataran con cadenas de bronce y lo llevaran a Babilonia (ver 2 Crónicas 33: 11), ¡Ay, ay ay!

Eso humilló a Manasés, y se arrepintió, pero Amón (su hijo y padre de Josías) no aprendió la lección. Hizo lo malo ante los ojos de Dios, sin remordimientos. Josías heredó un país en ruinas, pero gracias a que buscó a Dios durante su adolescencia, captó una visión de un mejor Judá y no perdió tiempo para crearlo. Cuando Josías cumplió veintiséis años, ocurrió algo realmente extraordinario que cambió su vida. Con la ayuda de Dios, tuvo la visión de un Judá transformado. Josías pudo haber llamado al lugar «Mi Judá», pero el nuevo reino era el Judá de Dios, y era hermoso.

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2 Crónicas 34-36

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