|
Si dejaras de leer Isaías después de los primeros 34 capítulos, te quedarías con una imagen peligrosamente incompleta de Dios. En esos capítulos, Isaías revela el mensaje del juicio de Dios contra todas las naciones del mundo. Pareciera que al Señor se le acabó la paciencia y está listo para destruir todo a su paso, convirtiéndose en un gran «odiador» cósmico. (No me digas que nunca has pensado eso de Dios. A mí también me ha pasado.)
El estilo de los primeros 34 capítulos de Isaías no es un accidente. El mensaje es simplemente este: Dios odia el pecado. Todos los que sigan pecando voluntariamente después de que se les han dado muchas oportunidades para cambiar, serán castigados. Como prueba, vemos algunos destellos de la liberación y la restauración que Dios prometió a su remanente, pero el mensaje principal de Isaías era de ira y furia.
Con frecuencia el castigo divino toma la forma de las consecuencias naturales por nuestros pecados. Otras veces, el Señor simplemente nos quita su protección, y nos deja solos para que sintamos lo que significa no tenerlo cerca. De cualquier manera, los efectos del pecado nos cambian la vida.
Sin embargo, Dios hace más que castigar el pecado. Isaías 35 lo comprueba. Dios dijo a Isaías que alentara a los fieles con promesas de que algún día el desierto árido de sus vidas llegaría a ser exuberante y fértil nuevamente. Algún día regresaría la gloria que había reinado en las ciudades de Israel. El ciego vería, el cojo caminaría, el sordo oiría y el mudo hablaría. Estas palabras fueron para fortalecer «las manos débiles, afirmar las rodillas temblorosas» (Isaías 35: 3).
El resto del capítulo 35 describe la restauración que algún día experimentará el pueblo de Dios. Pero los israelitas que escucharon el mensaje no tuvieron la oportunidad de experimentar el cumplimiento de esas promesas. El capítulo 35 de Isaías señala el día cuando el Señor creará un cielo nuevo y una tierra nueva para quienes permanezcan fieles a él hasta el final (Apocalipsis 21 y 22).
Quizá Dios ha permitido que últimamente pasaras momentos difíciles en tu vida. No juzgues al Señor solo por esos momentos. Concéntrate en su bondad. Dios no te busca para condenarte. ¡Te busca para salvarte!
NO DEJES DE LEER
Isaías 34-36
¿Qué dijo Senaquerib que molestó tanto a Dios? Isaías 36: 18.