|
Durante la época de Isaías, la adoración de Judá era una constante causa de dolor para el Señor. El pueblo lo alababa con sus labios, pero sus corazones estaban lejos de él. Llevaban sus sacrificios al templo, pero no cambiaban sus vidas, especialmente cómo trataban a los pobres. Ayunaban con la esperanza de convencer a Dios de que contestara sus oraciones, pero hasta eso era pura apariencia.
«Día tras día me buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos» (Isaías 58: 2). Pero Dios tenía más cosas que decir: «Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí, y hasta me reclaman: "¿Para qué ayunamos, sino lo tomas en cuenta? ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?”. Pero el día en que ustedes ayunan, hacen negocios y explotan a sus obreros» (vers. 2, 3).
¿Captas la idea? El pueblo de Judá era hipócrita. Quería que Dios lo ayudara, mientras que al mismo tiempo maltrataba a sus trabajadores. Por eso Dios les habló y les mostró sus pecados. Pero además, les habló sobre el tipo de ayuno que le agrada.
El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes? (vers. 6, 7).
Si comenzaba a vivir la verdad, Judá recibiría una bendición especial: «Si así procedes, tu luz despuntará como la aurora, y al instante llegará tu sanidad; tu justicia te abrirá el camino, y la gloria del Señor te seguirá» (vers. 8).
¡Cuando comiences a vivir la verdad cada día, recibirás grandes bendiciones!
NO DEJES DE LEER
Isaías 58-60
¿Qué te dice Isaías 59: 1, 2 sobre las cosas que nos pueden separar de Dios? ¿Hay algo que te separa de Dios?