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¡SE AGOTÓ LA PACIENCIA!

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El mismo día que sacrificaron a sus hijos para adorar a sus ídolos malolientes, entraron a mí santuario y lo profanaron. ¡Y lo hicieron en mi propia casa! (Ezequiel 23: 39).

He conocido muchas personas que ensombrecen las puertas de la iglesia, cuya conducta extraña no hace bien a los creyentes, pero no podría decir que he visto gente que llega a la iglesia después de haber sacrificado a su hijo o hija a otro dios. En la larga lista de pecados que el pueblo de Israel cometió, el sacrificio de sus propios hijos a dioses paganos tiene que ser el más grave.

El 8 de marzo de 2008 los periódicos de Dallas, Texas, publicaron un incidente aterrador. Una madre de veintisiete años y sus dos hijos, uno de seis y el otro de ocho años, viajaban con el abuelo materno cuando pararon en una gasolinería cerca de un puente. Mientras el hombre llenaba el tanque, Khandi Busby salió del vehículo con sus dos hijos y corrió hasta la baranda del puente. Luego tomó a uno de sus hijos y lo lanzó hacia los automóviles que pasaban rápidamente justo debajo del puente. Después hizo lo mismo con el otro niño, y luego se lanzó ella. En lo que se podría describir como un milagro, los tres sobrevivieron, aunque quedaron en condiciones críticas.

Es obvio que Khandi Busby tenía problemas mentales. Por lo general, una persona normal no lanza a sus hijos desde una altura de casi siete metros al tránsito que pasa debajo. La gente normal tampoco sacrifica a sus hijos en cultos raros y luego se presenta en la iglesia como si nada hubiera pasado. Por causa de sus constantes pecados, el pueblo de Israel se había apartado tanto de Dios que ni siquiera pensaba dos veces antes de entrar al templo del Señor con la sangre de sus hijos en sus manos.

Si jugamos con el pecado y lo incorporamos a nuestra vida, llegará el momento en que no podremos separar el bien del mal, la realidad de la fantasía.

Si hay pecados en tu vida, confiésalos a Dios y pídele su perdón, luego apártate del mal. Resiste las tentaciones de Satanás y acércate más a Dios por medio de la oración, el estudio de la Biblia y el testimonio del amor de Cristo. Dios tiene el poder y el deseo de cambiar tu vida completamente, pero se lo tienes que permitir.

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