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No había avanzado mucho en la lectura de hoy cuando el versículo de arriba me dejó helado. ¿Será que hay otro texto en la Biblia que dé más miedo que este? «Entonces entró Satanás en Judas», vaya frasecita. Imposible ignorarla.
Estas cuatro palabras, «entonces entró Satanás en Judas», explican por qué ese discípulo traicionó a Aquel que había venido a darle vida eterna. La mayoría de la gente piensa que Judas lo hizo por dinero, pero no fue así. Los fariseos buscaban cómo deshacerse de Jesús. Todos sus intentos habían fallado, pero su suerte cambió cuando «entró Satanás en Judas». Porque después de esto, «fue a los jefes de los sacerdotes y a los capitanes del templo para tratar con ellos cómo les entregaría a Jesús» (Lucas 22: 4). Nota que no fueron ellos los que buscaron a Judas, este fue quien de alguna manera los buscó. Yo creo que fue porque «entró Satanás en Judas».
Los historiadores romanos nos cuentan la historia de otro «Judas», que también hizo algo sucio no mucho tiempo antes de que entrara Satanás en Judas. Se llamaba Marco Junio Bruto, uno de los hombres de más confianza del gran general Julio César. Este había tratado a Bruto como a un hijo, lo cual resultó ser un grave error.
El 15 de marzo del año 44 a. C., un grupo de traidores asesinó a Julio César. El general peleó valientemente y pudo resistir a los criminales en un principio. Pero entonces algo lo hizo perder todo su ánimo. Miró a los asesinos, y ahí estaba (adivinaste) Bruto con su espada desenvainada. Resignado, Julio César se cubrió el rostro con su toga y preguntó a quien fuera su amigo cercano: «¿Tú también, Bruto?».
Pero no seamos tan duros con Judas. Todos de alguna manera nos parecemos a él. Cada vez que disfrutamos una rica comida, cuando nuestra oración es contestada, o recibimos alguna otra bendición de Dios, pero seguimos pecando. ¿Crees que somos mejores que Judas? ¿Acaso no vendemos a nuestro Maestro para poder pecar?
Si dejamos la puerta de nuestra vida abierta al enemigo, si fracasamos al entregar a Cristo nuestro corazón completamente, entonces la frase «entró Satanás en Judas» podría sonar algo así como «entró Satanás en mí». No sabemos lo que puede pasar una vez que entre el maligno.
NO DEJES DE LEER
Lucas 22-24
¿Cuál fue la actitud de las que vieron a Jesús cuando la crucificaban? Lucas 24: 44-49.