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EL VERDADERO ALIMENTO

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«Mi alimentos es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra», les dijo Jesús (Juan 4: 34).

Jesús decía constantemente frases memorables, como la del versículo de hoy. Esta declaración la hizo cuando sus discípulos habían ido a buscar comida al pueblo mientras él descansaba cerca de un pozo de agua. Cuando regresaron, a Jesús se lo veía muy contento. No parecía que tuviera hambre.

La comida nunca dominó a Jesús. Desde su ayuno de 40 días en el desierto hasta su arresto y crucifixión, nunca vemos o escuchamos a Jesús enloquecer porque alguien había olvidado llevarle su almuerzo. Debo confesar que gran parte de mi vida gira alrededor de la comida. No me da vergüenza admitirlo, porque, seamos honestos, a ti también te encanta comer. (Es más, probablemente en este momento te limpias algunas migas de los labios.)

Hemos sido criados con la idea de que debemos tener nuestras tres comidas; desayuno, almuerzo y cena. Si a esto añadimos unos cuantos bocadillos entre horas, tenemos la receta para que nos falle un órgano. Nuestros cuerpos literalmente se acaban. De acuerdo a diferentes estudios, 60% de los adultos en Estados Unidos tiene sobrepeso, por no decir algo peor, y otro 33% está obeso. Esto tampoco favorece mucho a los de tu edad. Entre el 16 y el 33% de los niños y adolescentes son obesos. En Estados Unidos, la obesidad está relacionada con la mayoría de las muertes vinculadas con alguna enfermedad.

Es muy difícil evitar la obsesión por comer. Por ejemplo, en Filadelfia puedes ver de cerca la adicción por la comida. Cada vez que el equipo de las Águilas de Filadelfia queda fuera del Súper Tazón, o sea casi cada año, el gobierno organiza un evento llamado Tazón de las Alitas. Sí, leíste bien, el Tazón de las Alitas.

Comilones profesionales (sí, existen) viajan de todas partes del mundo para competir en el Tazón de las Alitas. Las reglas son muy simples. Los concursantes comen la mayor cantidad de alitas de pollo que puedan durante dos sesiones de catorce minutos, separadas por un corto receso. Luego hay una ronda final de dos minutos, y puede haber hasta una ronda de desempate, si es necesario. El récord es de 337 alitas. ¿Qué pensaría Jesús?

Cristo se alimentaba de hacer la obra que el Padre le había encomendado.

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Juan 4-6

Lee Juan 5: 1-9. ¿Por qué le preguntó Jesús al hombre enfermo si quería sanarse? ¿Qué papel debía desempeñar el paralítico en su propia sanación?

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