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"MÁS RÁPIDO QUE LIGERO"

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Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles (Hechos 5: 1).

Hace algunos años mi amigo James me habló de Ted, uno de sus compañeros de trabajo. Aunque se conocían, no eran realmente amigos. Puesto que James trabajaba en una parte de la compañía que le interesaba a Ted, este le pidió que se vieran para hablar un poco de sus objetivos profesionales.

-Claro -respondió James-, ven a verme cuando quieras.

Al día siguiente se vieron para conversar. James habló sobre las oportunidades disponibles en su área de trabajo, y en otras. Ted regresó feliz a su sitio. Un par de días después, James recibió una llamada de una persona de otro departamento de la compañía.

-¿Qué tal, James? No sabía que eras tan amigo de Ted.

-Bueno, este. Creo que no entiendo bien de lo que hablas -tartamudeó James.

-Él me dijo que te conoce bien y que son amigos desde hace mucho tiempo.

Para entonces, James empezaba a sentirse molesto. Apenas conocía a Ted antes de su charla, y lo que sabía de él era solamente por el ámbito profesional, «¿Qué estará tramando Ted?», se preguntó James.

Después de investigar un poco, James descubrió qué sucedía. Ted usaba el nombre de James porque sabía que él tenía una buena reputación entre sus compañeros, y especialmente entre sus jefes. Ted manipulaba la verdad «más rápido que ligero» para sacar provecho, pero James lo pilló.

Las mentiras siempre se vuelven en nuestra contra. Esa es una de las lecciones que encontramos en la historia de Hechos 5 sobre Ananías y Safira. Todos los creyentes se habían comprometido a compartir sus posesiones para que ninguno tuviera carencias. Ananías y Safira también se habían comprometido, pero sucedió algo sospechoso cuando llegó el momento de pagar. Acababan de vender la propiedad y la idea de dar todo lo recaudado a la iglesia les pareció excesivo. Así que decidieron guardar una parte y dar el resto a la iglesia.

Pensaron que nadie se enteraría, pero Dios los descubrió.

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Hechos 4-6

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