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Si has leído la Biblia conmigo hasta este momento, no te sorprenderán las amenazas de muerte que enfrentó Pablo. Los profetas que hablaban con la verdad vivían bajo una estrecha vigilancia. Pero Pablo tenía un arma secreta que le dio valor y lo mantuvo en equilibrio durante los momentos más difíciles de su vida: el Espíritu Santo. ¿Has notado cuántas veces la Biblia dice que Pablo y otros apóstoles estaban llenos del Espíritu Santo?
Cuando el Espíritu Santo motivó a Pablo a denunciar la hipocresía de los líderes judíos, el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban cerca de Pablo que lo golpearan en la boca (Hechos 23: 2). Pablo respondió: «¡Hipócrita, a usted también lo va a golpear Dios! ¡Ahí está sentado para juzgarme según la ley, pero usted mismo la viola al mandar que me golpeen!» (vers. 3).
E. G. White escribió: «Bajo la influencia del Espíritu Santo, Pablo pronunció una denuncia profética similar a la que Cristo expresó en reprensión a la hipocresía de los judíos. El juicio que pronunció el apóstol se cumplió de manera terrible cuando los inquisidores y el hipócrita sacerdote fueron asesinados en la guerra judía» (Sketches from the Life of Paul, pág. 222).
Justo cuando el caso de Pablo parecía perdido, vio una oportunidad. El grupo de los judíos que lo acusaban estaba formado de Saduceos y fariseos. Pablo era fariseo e hijo de un fariseo (Hechos 23: 6). Ellos creían en la resurrección de la muerte, pero no los saduceos. Entonces Pablo apeló inteligentemente a los fariseos del grupo. Cuando se dieron cuenta de que Pablo era uno de ellos y creía en la misma doctrina de la resurrección, comenzaron a pelear contra los saduceos. La discusión se volvió tan acalorada que los soldados romanos tuvieron que sacar a Pablo rápidamente.
A la noche siguiente, Dios le habló a Pablo en visión: «¡Ánimo! Así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, es necesario que lo des también en Roma» (vers. 11). Pablo fue llamado para entrar a las grandes ligas.
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Hechos 22-24
¿Cuál fue la respuesta de Félix ante el poderoso sermón de Pablo? Hechos 24: 22-27. ¿Alguna vez has dejado a Dios de lado hasta un momento más «conveniente»?