Regresar

OFRECER EL CUERPO

Play/Pause Stop
Hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Romanos 12: 1).

El 16 de abril del 2008, un diario canadiense publicó un reportaje titulado «Sacrifican docenas su cabello por el Tíbet». El encabezado despertó mi adicción por las noticias. No trataría de cortar mi propio cabello y, si lo hiciera, el resultado no sería bueno. Un día decidí dar una cortadita a mis «rizos» y pasé la siguiente semana calvo. Esa fue la última vez que traté de ser mi propio peluquero.

Las personas de las que hablaba la historia del periódico no habían practicado para ser estilistas, sino que protestaban en apoyo a parientes suyos del Tíbet, a quienes las autoridades chinas golpeaban y torturaban. China y el Tíbet han luchado desde hace mucho por decidir quién gobierna el Tíbet. Los chinos dicen que es parte de su país, y los tibetanos dicen: «NO». En un intento por robar a sus vecinos tibetanos la individualidad, los chinos construyeron vías de ferrocarril que conducen directamente a ciudades tibetanas. Así transportan a un montón de obreros y empresarios chinos a esos lugares. Hasta ofrecen facilidades financieras a los chinos que quieran mudarse al Tíbet. Quieren transformar al Tíbet desde adentro hacia fuera.

Los manifestantes canadienses decidieron mostrar su solidaridad con sus seres queridos en el Tíbet al cortarse todo el cabello. Podían entonces llamar la atención a su causa. ¿Cambiaría ese acto el plan del gobierno chino de eliminar la autonomía tibetana? Pues no, pero cualquier sacrificio, aunque sea pequeño, cuenta.

Cuando crees en algo importante, tienes que prepararte para sacrificarte por esa fe. Pablo estuvo completamente convencido y pagó por su creencia. Lo azotaron varias veces durante su ministerio (como leíste) pero siguió sirviendo a Dios con fidelidad. ¿Cómo pudo conservar Pablo su valor? Había entregado su vida a Cristo como sacrificio.

En Romanos 12: 1, Pablo nos pide que hagamos lo mismo. Te pide y me pide que demos nuestros cuerpos a Dios en vida, ¡para que él nos transforme al renovar nuestras mentes! A mí ya me convenció, ¿y a ti?

NO DEJES DE LEER

Romanos 10-12

¿Por qué Dios rechazó a Israel y abrió la puerta para que todo el mundo pudiera creer? Romanos 11: 20-24.

Matutina para Android