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En los canales de TV paga suelen transmitir los cómicos comerciales que anuncian Las Vegas. Muestran chicos y chicas comunes que van de vacaciones a Las Vegas y hacen cosas que ni en sueños podrían hacer donde viven. Cuando vuelven a sus hogares, se supone que llevan algo de Las Vegas en su interior.
Las Vegas es una ciudad famosa por sus fiestas, un lugar adonde las personas van para ser alguien más o, dirían algunos, como realmente son. Los casinos llaman a los grandes jugadores y a los aficionados con promesas de riqueza instantánea. Señoritas vestidas con ropa provocativa hacen guiños a los hombres más inocentes. Las cartas de presentación de Las Vegas son el dinero y el placer.
Esa fórmula no es nueva. Antes de Las Vegas existió Corinto, en un istmo de la Grecia continental. La gente podía ir a ese bullicioso centro de comercio y hacer cosas «sucias». La mayoría de la mezclada población de Corinto adoraba a Afrodita, diosa del amor. Mil jovencitas trabajaban en el templo de esa diosa. Corinto era famosa en todo el mundo conocido por sus lujos y placeres.
Pero Dios tiene creyentes fieles hasta en los lugares más pecaminosos, y Corinto no era la excepción. Pablo estuvo 18 meses ahí durante su segundo viaje misionero y nació una iglesia. Las cartas de Pablo a los corintios están dirigidas a esos nuevos creyentes. Tristemente peleaban entre ellos, y muchos habían vuelto a hacer cosas que habían abandonado por Cristo. Algunos afirmaban ser seguidores de Pablo; otros, de cierto predicador llamado Apolos.
Cuando Pablo se enteró de lo que sucedía con los creyentes de ahí, se preocupó. Si te cuesta trabajo caminar con Dios en un ambiente saturado de pecado, ¡1 Corintios es para ti!
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1 Corintios 1-3
¿Alrededor de quién giraba la predicación de Pablo? Mira 1 Corintios 2: 1-5. ¿Por qué?