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Los peces y las aves

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Dios dijo: «Que produzca el agua toda clase de animales, y que haya también aves que vuelen sobre la tierra», Génesis 1: 20.

En el quinto día de la creación, Dios rompió el silencio de su mundo cuando creó las criaturas marítimas y las aves del cielo. Hasta ese momento, había reinado el silencio.

Imagínate al lado de Dios y escucharlo decir: «Mamíferos del mar, ¡salgan!»; al instante, las ballenas y las marsopas comienzan a zambullirse y salpicar espuma. Luego escuchas: «Ahora, los peces», y los marlines, los peces espada, los tiburones, los peces ángel, los peces dorados, las truchas, los salmones, los tecolotes, los jureles, los bacalaos, las barracudas, los meros y tantos más, nadan bajo las aguas. En seguida: «¡Vengan todas las otras criaturas del mar!». Así que los pulpos, las estrellas de mar, los hipocampos, los cangrejos, las langostas, las mantarrayas y todas las demás especies de criaturas acuáticas, se desplazan por todos lados. «Quiero que el agua sea más hermosa», y entonces aparecen las anémonas, las lochas, los equinodermos, los corales, los moluscos y demás criaturas. Supongo que para ese momento, se te hincharían los ojos al escuchar la voz de Dios y ver que tantísimas criaturas cobran vida y llenan las aguas.

Luego habla otra vez, y aparecen las aves en el cielo: canarios, cardenales, águilas, halcones, cuervos, buitres, los guacamayos y muchos más. Sobre la tierra, los avestruces, los emúes, los pavorreales y los flamencos se pavonean con las alas abiertas. Las codornices, los urogallos, los faisanes, las gallinas y los pavos comienzan a recorrer la superficie terrestre. Las aves cantoras, incluyendo a los petirrojos, los gorriones, los estorninos, los chotacabras, y las codornices cotuís norteñas, comienzan a entonar sus cantos. Muchas variedades de patos, cisnes, fochas y gansos chapotean en el agua y baten sus alas. Los pajarillos, como los colibríes, los carboneros, los chochines, los herrerillos y las sitas, flotan en el aire de árbol en árbol.

Las recién creadas criaturas marinas y las aves, eran perfectas y dóciles. No existía el miedo. Gracias a Dios por las hermosas aves y las criaturas del mar que hoy habitan tu mundo.

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