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Nuestros maravillosos ojos se dividen en diferentes partes, como las córneas, los iris, las pupilas, las lentes, las retinas y los nervios ópticos. Todas estas partes funcionan en armonía. Nos permiten ver en vívidos colores la creación de Dios. Las ondas luminosas que recibe el ojo se transmiten al cerebro por el nervio óptico; el cerebro rápidamente las convierte en imágenes. Es importante que comprendamos el gran cuidado que tuvo Dios al crearnos y a las demás criaturas; sobre todo, el sentido de la vista.
La capacidad de ver es uno de los mejores dones físicos que Dios nos ha otorgado. Es triste pensar que la presencia del pecado ha arruinado la visión de tanta gente, al dejarla total o parcialmente ciega. Algunas personas son daltónicas; no pueden distinguir ciertos colores. ¡El mundo de Dios es bello! Él habló, y todo lo que hizo comenzó a existir en brillantes colores.
Por nuestros ojos pasan imágenes que se almacenan en nuestros cerebros. Después de volver de un viaje, quizá dirías: «Todavía puedo ver las montañas cubiertas de árboles verdes. Qué lindas». Recordarías lo que tus ojos vieron y registraron en tu cerebro. Los científicos dicen que recordamos como 85% de lo que vemos.
Satanás sabe que tus ojos son órganos importantísimos de tu cuerpo, así que ha colocado vívidas escenas en la tele y los videos, los libros y las revistas, para captar nuestra atención. Las depositamos en nuestra computadora, es decir, nuestra mente y nuestro cerebro. «Si Satanás consigue dominar las mentes de aquellos que se llaman hijos de Dios, de modo que su experiencia esté formada de duda, incredulidad y tinieblas, logrará vencerlos con la tentación» (E. G. White, Obreros evangélicos, pág. 169). Satanás quiere pervertir nuestra vista, cautivar nuestras mentes y dominar nuestras vidas. Reconságrate a Dios; pide que te ayude a vencer a Satanás y sus engaños.