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Los ídolos de madera y piedra no tienen sentidos, pues Dios se los otorgó únicamente a sus seres creados. Los dones divinos del gusto y el olfato tienen un vínculo muy estrecho. Te propongo un experimento, para que pruebes la cercana relación entre gusto y olfato.
Tápate la nariz con una mano. Con tu otra mano, prueba un bocado de tu comida favorita. Fíjate que es casi imposible distinguir su sabor. ¿Por qué? Pues resulta que el gusto y el olfato van juntos. El sentido del olfato ha salvado muchas vidas, cuando la gente ha olido el humo, la gasolina y otras sustancias dañinas. Dios quería que disfrutáramos los dulces aromas de las flores, así que hizo nuestro olfato muy sensible. La mayoría de los animales también tiene un olfato bastante agudo.
El gusto es un sentido diferente, pero relacionado al olfato. En la lengua tenemos papilas gustativas. Las que están en la punta de la lengua detectan lo salado y lo dulce. A los lados, sentimos lo amargo, y hasta atrás, lo ácido. Haz otro experimento. Pon algunos granos de azúcar en la palma de tu mano y lámelos. Ahora, hazlo mismo pero con granos de sal. ¿Te das cuenta de lo rápido que las papilas gustativas avisan al cerebro? Fue casi al instante, ¿verdad? El gusto varía, obviamente, de persona a persona, así que no a todo el mundo le gusta lo mismo. Asimismo, no a todos les gustan los mismos aromas, de modo que la vida de cada persona sea diferente.
Satanás quiere pervertir los sentidos que Dios nos dio. Los fumadores compulsivos no pueden gustar u oler tan bien como quienes no fuman. Satanás nos incita a comer cosas que nos hacen daño. Dios nos dio los dones del gusto y el olfato para que disfrutemos más la vida. Dale gracias hoy por estos regalos únicos que hacen tu vida más agradable.