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Las avutardas

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Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen granero ni troje; sin embargo, Dios les da de comer. Cuánto más valen ustedes que las aves, S. Lucas 12: 24.

Las avutardas viven en Hungría, en la famosa Gran Planicie. Una avutarda parece un avestruz en miniatura, o como alguien dijo, «una cruza entre un avestruz y un cuervo». Su plumaje y sus alas tienen motas cafés, blancas y grises. Su cuello es de un pardo uniforme. El llamado de la avutarda es aterrador; suena como un gemido distante.

En el sur de Europa, África, Asia y Australia, existen 26 especies de avutardas. Prefieren correr, pero vuelan cuando es necesario. Se ha visto que alcanzan una altura de 1500 metros cuando vuelan en migración sobre las montañas. Miden hasta metro y medio, pesan trece kilos en promedio; tienen el tamaño de un pavo robusto. El tamaño de la hembra es la mitad del que alcanza el macho.

Las avutardas prefieren climas secos y calurosos, aunque hay excepciones. Algunas habitan zonas muy variadas: planicies secas, praderas o pastizales, pero en general viven en la sabana o el desierto. También evitan cualquier contacto con los humanos.

El nido de la avutarda es básicamente una hendidura en el suelo, que la hembra ha raspado casi en su totalidad. Pone hasta 5 huevos y los incuba durante 25 a 28 días. A los polluelos les lleva de 12 a 16 horas salir del cascarón. Como las avutardas están en peligro de extinción, el gobierno húngaro creó una reserva especial para protegerlas. Polonia tiene ese programa también.

Dios provee lo que necesitan sus criaturas silvestres porque las ama. Pero nos ama aún más. No solamente nos da lo que necesitamos, sino que dio a su Hijo Jesús para que muriera en la cruz por cada uno de nosotros.

Hoy, da gracias otra vez a Dios por su amor eterno y sus cuidados amorosos.

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