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Hace años, viajaba con mi familia por las carreteras de Irlanda. Vimos campos interesantes dispuestos como terrazas. Otros campos estaban muy delineados, como si los hubieran cortado con cuchillos. Esa noche nos detuvimos en un albergue para turistas, donde percibimos el dulce aroma de una sustancia parecida a un ladrillo, llamada turba, que ardía en la chimenea.
Averiguamos que la turba se forma durante muchos años cuando plantas como el musgo y la castañuela, se descomponen parcialmente en el agua. Por unos cuantos euros al año, los irlandeses rentan a su gobierno la tierra que necesitan para extraer turba. Usan una herramienta en forma de Llamada esclava, que tiene un solo filo, el cual se clava a la tierra como si fuera una pala. Al clavarla, corta.
Los ladrillos de turba, que pesan como seis kilos, se ponen a secar en las casas. Un ladrillo seco pesados kilos; tarda casi dos meses en secarse. Esos ladrillos secos se apilan contra la pared de la casa que no tiene gablete. La turba es aislante y ayuda a conservar el calor. Las familias llegan a cortar miles de ladrillos en una semana. Muchos hogares emplean hasta 15 toneladas de turba seca en el invierno, así que necesitan cortar como 50 o 60 toneladas de turba húmeda.
Los ladrillos de turbase usan para calentar y cocinar. La comida cocinada con turba tiene un dulce aroma especial. El agua que se usa para la ducha y lavar la ropa también se calienta con ladrillos de turba.
Dios se encarga de todas nuestras necesidades si confiamos en él. Durante años, H.M.S. Richards concluía la emisión en inglés de La voz de la esperanza con el «jamás bien concluido» poema: «Queridos amigos, tengan fe en Dios».
Tengamos fe en Dios. Al orar, dile cuánta fe tienes en que él es tu Dios. Con su ayuda, ponla en práctica durante el día.