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Las libélulas son muy útiles e interesantes. Tienen cuatro alas transparentes como cristal llenas de venas. Aunque sean tan pequeñas, todas transportan sangre (recuerda que la sangre lleva vida). Con esas alas, la libélula puede alcanzar una velocidad de hasta 95 kilómetros por hora. Puede ascender verticalmente, dejarse caer en picada, y quedarse suspendida en el aire como helicóptero. Cada libélula tiene su territorio. Lo recorre para protegerlo y evitar que otras libélulas lo invadan. El alimento favorito de las libélulas son los mosquitos y por eso son tan benéficas. Disminuyen la cantidad de mosquitos.
Las libélulas tiene dos grandes ojos y su cuello enroscado da mucho movimiento a su cabeza. Esos ojos ocupan casi toda la cabeza. Cada ojo tiene de 10 000 a 25 000 facetas (pequeñas unidades para ver). ¡Con razón es tan difícil atrapar una libélula! Sin embargo, si te aproximas con sigilo por detrás y no voltea, no podrá verte. Tiene un punto ciego en su nuca. Desde el frente y hacia los lados, puede ver todo.
Satanás sabe que todos tenemos al menos un punto ciego, una debilidad. Mediante ese punto ciego trata de tentarnos. A algunos chicos, con música satánica, videojuegos sangrientos, cómics violentos y otras cosas. A otros, con furia y odio. Tal vez con ropa, joyas o apetito. El texto de hoy nos recuerda que Dios puede librarnos de los trucos de Satanás.
Ora hoy para que Dios cuide ese punto ciego, sea el que sea, de modo que no cedas a las tentaciones. Tal vez creas que puedes sin ayuda, pero cuando venga una tentación, ¡cuidado!
Dios vigilará hoy tu punto ciego si se lo pides. Pídeselo ahora mismo. No esperes.