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Dios ha dispuesto todo tan maravillosamente que el mundo natural se sostendría por sí mismo, mediante el divino poder sustentador, si el hombre dejara de entrometerse. Dios planeó que todo fuera perfecto, pero cuando el pecado apareció en el mundo, el Señor tuvo que hacer algunos ajustes para afrontar los problemas que causó.
En estado natural, el mundo puede vivir como los humanos no alcanzamos a entender. A veces, un pantano o un pequeño lago, desaparece así nada más. Podemos encontrar sitios, especialmente en el desierto, en que antes había grandes lagos que ya no están.
A veces, las plantas realizan un interesante proceso que llamamos sucesión. A medida que las plantas crecen y la atmósfera, el clima y el suelo cambian, también las plantas. Eventualmente, el suelo y el clima pueden llegar a ser desfavorables para algunas plantas, así que estas mueren. Tiempo después, otras plantas echan raíces y llenan el vacío; pronto, un nuevo conjunto de plantas domina la zona. Cuando el mundo vegetal cambia, también el mundo animal. Ciertos animales viven a base de plantas específicas y cuando estas se acaban, esos animales se van a otro lugar. La sucesión en la naturaleza es un proceso ordenado, una serie de cambios, que ocurren hasta que la vida vegetal queda estable. Se la llama comunidad clímax.
Después de algún incendio, una erupción volcánica o inundación, ciertas plantas aparecen y parece que crecen de inmediato. Se llaman plantas pioneras. Deben tener la habilidad de soportar el calor del sol, condiciones infértiles y suelo escaso. En Hawái, las flores rosadas de la hierba de San Antonio adornan la en negrecida tierra después de una erupción volcánica que ha destruido toda la vegetación.
Aunque la vegetación de la tierra cambia debido a las circunstancias, Dios dice que él jamás cambia. Siempre es el mismo. Agradé hoy porque es un Dios inmutable.