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Olas de tsunamis

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Tú eres un Dios perdonador, un Dios tierno y compasivo, paciente y todo amor, y no los abandonaste, Nehemías 9: 17.

La palabra «tsunami» viene del vocablo japonés que significa «ola de puerto». El término en españoles «maremoto». Los tsunamis son producto de terremotos o erupciones volcánicas en el océano y resulta imposible detenerlas. Cuando tiembla bajo el fondo del mar, los tsunamis avanzan con rapidez; hasta 800 kilómetros por hora. Mientras que en aguas profundas las olas no son muy altas, a medida que alcanzan aguas poco profundas cerca de la playa su altura llega hasta los 30 metros, pero su velocidad se reduce bastante.

El 26 de diciembre de 2004, un tremendo tsunami golpeó muchas islas de Indonesia y Malasia; en cuestión de minutos provocó la desaparición de más de 100 000 personas. Había familias que disfrutaban su día en la playa cuando las aguas retrocedieron al océano. La gente salió a admirar el fenómeno y luego, altísimas olas volvieron a la playa con abrumadora fuerza; destruyeron todo a su paso. Toda esa gente se ahogó. Fue el peor tsunami de la historia.

En nuestras vidas, a veces provocamos «tsunamis». Cuando algo no sale como queríamos, hay un terremoto en nuestras vidas y lo liberamos con berrinches e insultos. Usualmente es otra persona, con frecuencia inocente, quien recibe lo peor de nuestros arranques. ¿Deberían causar tsunamis nuestras vidas?

Ahora mismo, ¿qué tal si te arrodillas y pides a Dios que te ayude hoy a conservar la compostura y evitar las groserías o los insultos, aunque te pongas de malas? Si hoy quieres ser una buena persona, acude a Jesús. Te ayudará; lo sé, porque a mí me ayudó a dominar mi mal carácter. Solo tienes que pedírselo.

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