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Son casi innumerables las plantas y los árboles útiles que Dios nos puso en la tierra. En los climas más cálidos del mundo crece el algodón, con el que se ha fabricado tela e hilo desde al menos el año 3000 a. C. Durante siglos, la India fue el principal proveedor de algodón. También era bien conocido en Sudamérica. He visto a las chicas en la India, y a las mujeres en Brasil y Perú, hacer girar las fibras de algodón para hacer hilo. Tejen hermosos atuendos, manteles y otras cosas.
¿Qué haríamos sin el caucho? Los árboles del caucho de Centro y Sudamérica, el Sur de Asia y África, han mejorado muchísimo nuestras vidas. En Sudamérica se usa un filoso cuchillo para cortar los árboles; así, el látex líquido corre por los canales hechos hacia los contenedores. Es interesante saber que al árbol no le duele. Evidentemente, el látex es una sustancia que protege al árbol. Cuando queda recolectado el látex, se usa para envolver un palo, el cual se pone al fuego hasta que se forma una bola grande. Los hombres se llevan esas bolas al río. De ahí lo llevan en canoa o bote a los buhoneros, que los transportan a las compañías que comercian productos de caucho.
También está el látex del chicle, que se recolecta igual que el del caucho. El chicle llega a la planta procesadora, donde lo limpian y usan para formar enormes bloques, que son enviados a los fabricantes de goma de mascar. El látex no tiene sabor. Seguramente has disfrutado un chicle saborizado alguna vez.
Doy gracias a Dios porque puso tantas plantas interesantes en nuestro mundo, y dio a los hombres y las mujeres la inteligencia para utilizarlas como base de la elaboración de miles de productos que enriquecen nuestras vidas.
Agradece hoy a Dios por tu cerebro y la habilidad para pensar y hacer.