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Las piedras preciosas o gemas vienen en todos los colores, algunas más valiosas que otras. Ya hablamos de las perlas, que salen de los moluscos, y el coral, de las criaturas marinas. El ámbar viene de la resina de árboles fosilizados, y el azabache, del carbón fosilizado. Hoy el tema son las gemas. Estos minerales que parecen lindas piedras usualmente se encuentran encajadas en otras sustancias rocosas.
El color determina no solamente la belleza de su gema, también su valor. Existen dos tipos de color: esencial y no esencial. El verdadero color de la gema es el esencial. El no esencial es producto de alguna impureza.
El grado de dureza determina si es una gema genuina o una piedra colorada. Los minerales se clasifican por dureza en una escala de 1 a 10; el más duro es 10. Para que clasifique como gema, una piedra debe tener una dureza de 7 a 10. Con esa dureza, no se la puede cortar con cuchillo o raspar con vidrio. Los diamantes son de 10 y a veces se usan como herramientas para cortar.
El ópalo y la turquesa se encuentran donde casi no hay humedad: el sur de Estados Unidos y el Tíbet. La esmeralda, el topacio y la turmalina se ubican donde la erosión ha expuesto viejas rocas previamente fundidas a la superficie. El topacio es de Alemania y Rusia pero el mejor está en Brasil. Los mejores rubíes vienen de Myanmar; los mejores zafiros, de Cachemira; los mejores diamantes, de África; los mejores ópalos, de Australia. El valor de las gemas se determina mediante color, rareza, demanda, dureza y brillo.
Dios nos dice que construirá una ciudad más hermosa con piedras preciosas aún más hermosas que las que hayamos visto. Dale gracias hoy por la belleza de las piedras y los minerales.