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Veamos hoy a la muy temida serpiente de cascabel. Existen muchas variedades de cascabeles (34, de hecho). Aunque tienen una mala reputación bien merecida, en general no son malas.
Antes de atacar, lanzan una advertencia con su cascabel, y muerden a los humanos solamente en defensa propia. También son útiles, pues comen ratones, ratas y otros roedores y plagas.
Cuando nace una bebé cascabel tiene chata la punta de su cola. Pasadas dos semanas, cuando muda su primera piel, se forma el primero de los que se llaman estuches córneos de su cascabel. Cada vez que la serpiente en crecimiento muda de piel, se añade otro estuche al cascabel. Estos estuches se entrelazan ligeramente entre sí para formar una cadena. Es más larga que ancha y vibra hacia los lados. El sonido de cascabel se logra con la rápida vibración de los estuches (como 48 veces por segundo). Los estuches chocan entre sí y esa rápida vibración produce un zumbido. El cascabeleo es la advertencia que da la serpiente para que nos alejemos de ella. Ese cascabel es una de las estructuras más interesantes de la naturaleza. Ningún otro grupo de serpientes tiene algo que siquiera se parezca al cascabel.
Dios no nos hizo con cascabel pero tenemos conciencia. Nuestra conciencia es el Espíritu Santo (y a veces nuestro sentido común) que nos habla. Si queremos ir a un lugar o hacer algo cuestionable, nuestra conciencia dice: «Sabes que eso no te conviene. Te vas a meter en problemas».
En tu oración de hoy pide a Dios que te ayude a escuchar las advertencias de tu conciencia. No te acercarías a una serpiente que suena su cascabel, ¿o sí? Nuestra conciencia, bajo la guía del Espíritu Santo, debería ser nuestra guía en la vida. Dios enviará al Espíritu Santo para ayudarnos, si lo pedimos. Pídelo ahora.