|
Te contaré una parábola. No es verdadera, pero me servirá para que quede claro mi mensaje.
Cierto día, una hoja vio que otras hojas flotaban de un lugar a otro, y pensó que sería divertido. Así que le dijo al árbol en que crecía:
-Ya no necesito tu savia. ¡Mira qué linda soy! Puedo cuidarme sola y quiero ser libre como las otras hojas.
La hoja se separó del árbol y flotó con la brisa hasta llegar al suelo. Se hizo amiga de las otras hojas, mientras iban de un lugar a otro. La vida parecía ser muy emocionante.
Un día, la hoja notó que su hermoso color comenzaba a desaparecer y quedaban manchas marrones. Unos días después, toda su superficie se había vuelto marrón y la vida ya no era emocionante. Algunas de sus amigas habían muerto ya y nuestra hoja comenzaba a sentirse enferma. Ya no flotaba de un lugar a otro. Ahora era frágil y estaba en un montón con las demás hojas. No pasó mucho tiempo hasta que murió y luego la quemaron. ¡Había rechazado la savia que ofrecía el árbol y era demasiado tarde!
Los placeres del pecado son divertidos un tiempo, pero no pueden hacernos felices durante largos periodos. Su satisfacción es momentánea. La hoja de nuestra parábola pensó que sería grandioso ser libre y hacer lo que quisiera, pero descubrió que la diversión fue breve y terminó destruida en el fuego.
De vez en cuando algunos jóvenes rechazan la ayuda de sus padres, maestros y otras personas. Sienten que son suficientemente grandes para ser independientes. Sienten que pueden tener éxito solos. Pero luego descubren que decidieron mal y vuelven a su hogar.
No podemos rechazar a Jesús y esperar la vida eterna. Él nos recuerda: «Sin mí no pueden ustedes hacer nada» (S. Juan 15:5).No tendremos que preocuparnos del fuego si tenemos una relación ce cana con Jesús. Pídele que te ayude a quedarte cerca de él y ser un(a) hermoso(a) cristiano(a) hoy.