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Volar sin plumas

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¿Quiénes son esos que vuelan como nubes, que van como palomas a sus palomares?, Isaías 60: 8.

En general, cuando pensamos en criaturas voladoras, pensamos en pájaros e insectos. Pero hay muchas criaturas que, si bien no vuelan realmente, tienen membranas que usan para planear.

Quizá los mejores planeadores sean los colugos, del sur de Asia. Se parecen a los lémures y son del tamaño de un gato doméstico. También se los llama «lémures voladores». Los colugos pueden saltar desde lo alto de un árbol y recorrer 91 metros. Un bebé colugo se sujeta bien a su madre mientras ella planea.

En Australia vive el pósum pigmeo acróbata, el mamífero planeador más pequeño. Mide apenas ocho centímetros, y la mitad es de su cola. En las selvas del sur de Asia se encuentra el dragón volador, que tiene pliegues de piel en sus costados. Al saltar de rama a rama estira esos pliegues y puede planear hasta 15 metros. Puede torcer su cuerpo al volar y dirigirse a la derecha o la izquierda. El geco volador tiene membranas en sus patas y alerones de piel en los costados, que extiende para planear de un árbol a otro. Algunas ranas asiáticas tienen tremendos pliegues de piel entre los extremadamente largos dedos de sus patas, que actúan como paracaídas cuando saltan.

Los peces voladores son hermosos al surcar el aire. De hecho, esos peces no vuelan, sino que planean. Acumulan velocidad y luego salen disparados del agua; con parejas de aletas extendidas, planean una corta distancia. A veces, el viento los ayuda a planear más distancia, y a veces al descender, hacen vibrar sus colas para mantener sus cuerpos sobre el agua, y así planear más lejos.

Un día tú también podrás volar. Dios te dará la capacidad de viajar y explorar por su universo a voluntad, durante toda la eternidad. Ora para que Dios te ayude a tener esa oportunidad.

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