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Uno de los negocios de plantas multimillonarios del mundo es el cultivo y comercio de nochebuenas. Todo comenzó en la década de 1820, con un hombre llamado Joel R. Poinsett, que fue el primer embajador de Estados Unidos en México. Cuando el señor Poinsett caminaba por las colinas y valles alrededor de la Ciudad de México, encontró unos arbustos escarlata que medían entre dos y cinco metros de altura.
Lo que interesó especialmente al señor Poinsett era su color escarlata brillante. Según los botánicos, esas partes escarlatas no son pétalos sino brácteas. Estas rodean a las verdaderas flores, que son conjuntos de botones verdes amarillentos.
La nochebuena se ha convertido en símbolo de la Navidad. En California, Estados Unidos, hay un rancho que no cultiva más que nochebuenas bajo ocho kilómetros cuadrados de invernadero. Si la temperatura no es la apropiada, o la tierra demasiado húmeda, la planta pierde sus hojas. Por supuesto, luego pierde su color. Este rancho ha producido una planta que conserva sus hojas durante más tiempo que la mayoría de las variedades.
El escritor bíblico compara a la persona justa con una planta o un árbol que no pierde sus hojas. Continuará siendo un árbol hermoso, y otras personas conocerán a Cristo mediante su vida. Jesús quiere que mostremos nuestro verdadero color como cristianos y que otras personas lo conozcan.
Se necesitan muchos cuidados para que una nochebuena sea bonita y se conserve así. Jesús está dispuesto a dedicar tiempo a ayudarnos a conservar nuestra belleza, si se lo permitimos. Pídele hoy que te ayude a ser un(a) verdadero(a) cristiano(a) y que otros vean tu verdadero color: una vida que irradia a Jesús.