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Fuentes hidrotermales

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Yo sé todo lo que haces. Sé que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!, Apocalipsis 3:15.

Un grupo de científicos trabajaba desde un bote en el océano Pacífico cerca de las islas Galápagos, próximas a la costa occidental de Sudamérica. Movían una cámara y un termómetro por el agua, como a 2600 metros de profundidad, en busca de fuentes hidrotermales. En estos lugares, el agua caliente sube del lecho oceánico. Habían escuchado que existen pero nunca descubierto alguna. De repente, el termómetro salió disparado. El bote se detuvo y tres científicos descendieron en un mini submarino llamado Alvin. Encontraron la fuente hidrotermal y a su alrededor había extrañas criaturas llamados gusanos de tubo.

Al parecer, lo que sucede, según los científicos, es que el agua fría del océano es succionada a través de aberturas en el lecho oceánico. Pasa por sobre roca incandescente cerca del núcleo de la tierra, y entonces el agua caliente vuelve a subir en torrente mediante otros conductos. El agua adquiere un color negro y se parece a la lava de un volcán.

Al ir esa agua de fría a caliente y atravesar una porción de la tierra, recoge químicos y forma una sopa química. Al fluir arriba al salir de la tierra, las bacterias afectan esta sopa en un proceso llamado quimiosíntesis. Las bacterias convierten los compuestos de la sopa, de dióxido de carbono a moléculas orgánicas de las que se forman carbohidratos y azúcares. ¿Te quedó claro? Es un simple proceso de hacer alimento con bacterias.

Los científicos creen que hay calor al interior de esta tierra. «Ahí hay fuego», dicen. Dios quiere que los cristianos tengamos fuego dentro de nosotros para él. Por desgracia, muchos somos fríos y hacemos poco para compartir nuestro amor de Jesús con los demás. Pide a Jesús que te ayude a ser «caliente» para él hoy.

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