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Cerca de la Costa de California están las Islas del Canal, hábitat especial de muchos miles de especies de criaturas oceánicas. Uno de los animales que ha sobrevivido bien es el león marino de California. Los adultos casi alcanzan dos metros y medio de largo y pesan más de 300 kilos. Como suele suceder, las hembras son más pequeñas, miden poco más de un metro y pesan hasta 120 kilos.
Cada verano, cuando los leones marinos nadan a su paraíso isleño, claman su territorio. La mayoría quiere estar cerca del agua, así que quienes llegan primero tienen ventaja. La razón por la que prefieren la playa al interior es que, cuando llegan las hembras, los machos pueden llamar su atención más pronto. Así pueden elegir bien a sus parejas. Los machos usan sus largos dientes para luchar contra otros, con la intención de arrancarles la piel y alejarlos. Los perdedores sangran abundantemente pero rara vez tienen heridas de gravedad. Su gruesa capa de grasa los protege. Al combatir, los leones levantan las cabezas. Los científicos piensan que es una acción especial.
Al experimentar con un león marino, un científico notó que cuando se agachaba cerca del animal, este lo atacaba. Si se levantaba y entonces su estatura aumentaba, el león marino no atacaba. Es evidentemente asunto de orgullo, símbolo de estatus, que el león marino levante la cabeza tan alta, o más, que sus contrincantes. Los leones marinos tienen mala visión y dependen de su olfato y su oído para defenderse. Cuando nacen sus crías, las madres comienzan a llamarlos, en su lenguaje, y le responden. Las madres nadan con sus bebés, llamándolos mientras nadan. Así pueden ir todos juntos a salvo.
Jesús no quiere se seamos orgullosos de nosotros mismos o nuestros logros, sino que seamos orgullosos de ser cristianos. Dale hoy gracias porque has tenido la oportunidad de conocer a Dios y ser cristiano(a).