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El efecto invernadero

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Mientras el mundo exista, habrá siembra y cosecha, habrá calor y frío, habrá invierno y verano y días con sus noches, Génesis 8: 22.

Cuando Dios formó la tierra, tuvo un propósito. Todo lo que hay en el mundo tenía un propósito. Todo lo que Dios, el diseñador maestro, hizo, tenía razón de existir. Los científicos de hoy intentan averiguar cuáles son algunos de esos propósitos. Realizan todo tipo de experimentos con ese objetivo.

Recientemente, se ha investigado con mucho esfuerzo lo que se llama efecto invernadero. Los científicos afirman que la temperatura de la tierra cambia, y creen que se debe a la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural). Dicen que emiten mucho dióxido de carbono a la atmósfera. Al subir por el aire ayuda a generar nubes, y estas retienen el calor. Algunos dicen que la temperatura de la tierra se incrementará unos cuatro grados dentro de los próximos 30 o 40 años. Los científicos temen que con el aumento de la temperatura el hielo de las regiones polares se derretirá, y subirá el nivel de los océanos. Eso causaría inundaciones masivas y terribles daños. Lo que algunos científicos no saben es que Dios está al mando de su tierra.

El dióxido de carbono y el vapor de agua permiten que pasen los rayos visibles de luz, pero absorben la radiación infrarroja. Esto preocupa a algunos científicos y meteorólogos. Anticipan que este calor provoca alteraciones en los patrones de la lluvia, que perjudican a las regiones agrícolas, así como a los bosques tropicales y los desiertos. Dicen que algo está por suceder, pero no saben qué.

Como cristianos, sabemos que este viejo mundo no durará mucho más y que Dios está al mando de todo. Nada tenemos que temer si nuestra fe y nuestra confianza las depositamos en Dios, el creador. Nos protegerá y cuidará hasta que Jesús venga. Dale gracias hoy por las promesas que hizo y porque siempre estará con nosotros.

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