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Arándanos azules

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Prueben, y vean que el Señor es bueno. Feliz el hombre que en él confía, Salmos 34: 8.

«Queremos ir a la colina de los arándanos», rogaban muchos de los campistas de verano en el Campamento Winnekeag, o al norte de Massachusetts, Estados Unidos. Sabían que a mediados de julio la colina atrás del campamento se llenaba de dulces arándanos azules. Comían todos los que podían, luego recogían más y los llevaban a la cocinera para que les hiciera panqués y hot cakes. Si le llevaban suficientes arándanos, ella se levantaba muy temprano con sus ayudantes y horneaban panqués de arándano azul para los campistas. Esperaban su desayuno con ansias y jamás los decepcionaba.

Los indígenas norteamericanos ya comían arándanos azules. Además de comerlos frescos, también los ponían a secar. El azul fuerte de los arándanos contiene un recubrimiento en polvo, por eso se ven tan blancuzcos.

Hay dos tipos básicos de arándanos azules, los silvestres y los cultivados. Los cultivados son más grandes y menos dulces que los silvestres. El estado de Míchigan es el productor principal de arándanos azules en Estados Unidos; aproximadamente 22 millones de kilos al año.

A mucha gente le agradan los arándanos azules desde la primera vez que los prueban, pero para ciertas personas son un gusto adquirido. Una vez que te gusta su sabor, ya no los puedes dejar. Se elaboran pays, jarabes, frituras, sopas, pudines, panqués, hot cakes y otros postres a base de arándanos azules. Es un placer congelarlos y luego llevártelos a la boca para chuparlos. Son deliciosos al paladar.

David nos invita a «probar» a Jesús. Es dulce y agradable. Cuando confiamos en Jesús y tiene toda nuestra confianza, nos beneficiamos de su maravillosa dulzura. Es un Dios de amor, y ese amor está listo para derramarse sobre ti. Pide a Dios que derrame su dulce amor sobre ti hoy.

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