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Nueva Zelanda es el único lugar en que se encuentra el kiwi. Por ende, se ha convertido en el símbolo nacional de ese país. [...] Su imagen está en las monedas, los sellos postales, la ropa y hasta en latas de cera para zapatos. El kiwi realmente no parece ave, pero lo es.
Los kiwis no tienen las típicas plumas de ave. Sus plumas son gruesas, como si fueran pelos. Tampoco tienen alas. Su único enemigo es el ser humano y como es el símbolo nacional del país, su caza está prohibida.
Los kiwis, del tamaño de un pollo, tienen mala vista. Pueden distinguir sombras pero los objetos tienen que estar muy cerca de ellos, para que logren verlos. La nariz del kiwi está en la punta de su pico. Unos pelos finos en la base del pico actúan como sondas, y se dice que el kiwi tiene el olfato más agudo de todas las aves. Los kiwis salen de noche y cazan su comida favorita, la lombriz de tierra. Si no encuentran suficientes lombrices, comen caracoles, insectos y hasta algunas bayas. Los kiwis también tienen excelente oído y huyen al primer sonido, por débil que sea. Corren a gran velocidad, al estilo de un lanzador de jabalina, con su nariz al frente.
El kiwi pone un gran huevo, de los más grandes de todas las aves. Mide casi 12 centímetros y pesa medio kilo. El macho incuba el huevo; deja de comer durante una semana a la vez. El huevo tarda en abrirse de 75 a 80 días. Cuando nace el polluelo, está cubierto de un vello muy rizado y en unas cuantas horas sale a buscar comida solo. Luego los padres ponen otro huevo y tienen otro polluelo en camino.
Dios no quiere que vaguemos por ahí como los malvados, como si estuviéramos ciegos. Quiere que tengamos buena vista. Para tener esa buena vista espiritual tenemos que continuar nuestro estudio de la Palabra de Dios, que nos explica nuestra vida presente y futura. Pide a Dios que te ayude a tener buena vista hoy.