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Cuando Bill Gates anunció la candidatura al puesto de nuevo presidente de Microsoft Europa, llegaron cinco mil candidatos. Entre ellos estaba Maurice Cohen, un judío francés. Gates les pidió a los que no estuviesen familiarizados con el lenguaje de programación Java que salieran. Dos mil aspirantes se retiraron. Maurice Cohen, que no conocía Java, titubeó, pero no se movió de su sitio.
Gates luego pidió que se retirasen aquellos que no hubieran liderado equipos de más de cien personas. Salieron otras dos mil personas. Maurice Cohen nuevamente se cuestionó a sí mismo: Ya debería pararme, porque no cumplo el requisito; pero... ¿qué pierdo si me quedo?
Bill Gates pidió entonces a quienes no hubieran alcanzado un doctorado que se retirasen. Salieron quinientas personas. Maurice Cohen se sentía capaz de obtener el empleo. No había completado siquiera una licenciatura, pero, para él, eso no era impedimento. Nunca había dejado de estudiar, y, por eso, se dijo otra vez: ¿Qué pierdo si me quedo? Soy inteligente, tengo talento e imaginación. Gates no encontrará a nadie con más empeño y dedicación que yo.
Por último, Bill Gates pidió a los candidatos que no hablaran serbio-croata que salieran también, y 498 personas se fueron. Maurice Cohen se quedó. Se dijo a sí mismo: Yo no hablo serbio-croata, pero... En su mente seguía barajando opciones, solo para concluir con su letanía: ¿Qué pierdo si me quedo?
Quedaban solo dos finalistas. Bill Gates se les unió: “Parece que son los dos únicos candidatos que saben Java, han liderado grandes equipos de empleados, se han doctorado y pueden hablar serbio-croata. Me gustaría oírlos conversar uno con el otro en serbio-croata.
Maurice se volvió al otro candidato y se animó a decirle: “Baruj ata Adonai" [Bendito es el Señor). Y el otro candidato dijo: “Elohenu Melej Haolam" [Bendito, Rey del universo].
Este cuento de Peter Katz revela por qué los judíos tienen el 19 por ciento de los Premios Nobel, aunque son el 0,5 por ciento de la población mundial: por su dedicación y ambición. Dios quiere verte triunfar. Te ha dado la fórmula, el texto bíblico de hoy. Sigue este consejo, y estarás delante de los reyes terrenales y delante del Rey del universo.