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Arrepentimiento

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Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19.

Cerca de 1610, Caravaggio terminó de pintar un cuadro escalofriante, David con la cabeza de Goliat. Muchos creen que esa fue la última pintura de Caravaggio, y que la melancolía expresada en la pintura revela los pensamientos del artista en sus últimos años.

En el cuadro, David sostiene con repugnancia su trofeo. “En esa cabeza Caravaggio deseaba representarse a sí mismo", escribió Manilli en 1650. Si la cabeza de Goliat es la de Caravaggio, la pintura posee un elemento de repugnancia consigo mismo.

Miguel Ángel, en El juicio final de la Capilla Sixtina, colocó un rostro angustiado con rasgos suyos en el cuerpo despellejado de San Bartolomé. La diferencia es que San Bartolomé triunfa cuando muere, asciende al paraíso; pero Goliat, enemigo de Dios, es condenado a la perdición y la muerte eterna.

Los colores plata sucio, negro y marrones dominan el cuadro de Caravaggio. La luz hace que David parezca un mozalbete callejero, con una espada que tiene solo una gota de sangre para demostrar que, al igual que Caravaggio, sabe lo que significa haber matado a un hombre. Otra gota de sangre en medio de la frente del gigante filisteo confirma que fue derribado por una piedra. En la espada aparece una inscripción abreviada: H-AS OS, en latín: Humilitas occidit superbiam que traducida es: “La humildad mata al orgullo".

Hay muchos Caravaggios que van por los caminos de la vida con una carga en la conciencia y se aborrecen a sí mismos. Se niegan el derecho a la felicidad. Se castigan. Se tornan masoquistas. Algunos se quitan la vida. No te vaya a pasar lo mismo. Si has pecado, y estoy seguro de que sí, porque todos pecamos, haz lo que hizo Juan Bunyan en su libro El progreso del peregrino: Salió de la ciudad de la destrucción aún bajo la carga de sus maldades, y solo tuvo paz cuando llegó al Calvario. Ahí fue liberado. Libérate hoy del peso de tus culpas y volverás a sonreír. Cristo te libera hoy. Él te dice: “Yo os haré descansar” (Mat. 11:28). Cree y vive.

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