|
¿Te gustaría ser discípulo de Jesús? Acércate a él y adopta sus principios y motivaciones
Al comienzo de su ministerio, Jesús se rodeó de doce discípulos. A once los llamó, al doceavo lo aceptó porque él se ofreció a seguirlo. Y lo amó como a los demás. Era el más educado, el más refinado, y el más codicioso. Pasó por la iglesia proyectando una sombra, la sombra del ego.
Pedro se equivoca y acierta, actúa con temeridad, falla y se arrepiente, pero ama a Cristo. Judas, el sabio y perspicaz, en cambio, mantiene una actitud independiente. Es el miembro de iglesia que se considera más sabio, más dotado, más capaz que laicos y pastores, el que opina de todo y siempre acierta. A él lo rodean los demás, y lo escuchan.
Judas sigue a Jesús y es ordenado como ministro. Predica, bautiza, realiza prodigios y sanidades por el poder que Cristo le ha delegado, pero en el fondo es independiente. Por momentos fugaces ama a Jesús y a sus hermanos, casi se somete a la nobleza y la bondad de su Maestro. Pero el deslumbramiento de esa vida perfecta en vez de iluminarlo lo enceguece, y en su ceguera lo sigue hacia la gloria, la del martirio. Como ha decidido ser ciego, termina por venderlo a sus enemigos.
Judas piensa: Jesús tiene que dar un viraje. Así, manso e inofensivo, no habrá cetro ni corona. Si se le acorrala tendrá que defenderse e imponerse a sus adversarios. Las multitudes lo seguirán, y el reino mesiánico se instaurará en Israel y se extenderá por el mundo. Y yo seré el ministro de Hacienda.
Judas piensa lógicamente, y procede con sesuda audacia. Lo vende sin darse cuenta de que Jesús no tiene precio; él sí. Judas se tasa a sí mismo por treinta monedas de plata. Pero Jesús no se defiende. Al contrario, se deja arrestar, torturar y condenar.
Entonces el discípulo incómodo vuelve en sí, pero es tarde. Como quien se libra de una pesadilla, Judas despierta, y horrorizado advierte que se halla en los brazos de Satanás. Este lo cuelga de un árbol.
La vida de Judas es una reprensión para quienes traicionan sus votos sagrados. Procura ser integro, honesto, transparente. Sigue las instrucciones de Jesús en su evangelio, y serás un discípulo fiel.