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Cuando el hombre pecó, utilizó los dones de Dios para su propio mal. Hoy el hombre tiene poder sobre el átomo, y lo ha usado mal. Esta pudo ser una crónica del infame ataque sobre Hiroshima, Japón, en 1945:
Una mujer estaba dando a luz, otra enjugaba el sudor de la frente afiebrada de su niña, con trémula mano un anciano se llevaba el té a la boca, y una maestra enseñaba la lección a sus alumnos, cuando repentinamente el cielo se iluminó como si miles de soles hubieran salido juntos. El fin había llegado para Hiroshima. La bomba atómica estalló sobre más de 350.000 personas.
Eran las 8:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945. Una bola de fuego, cuya temperatura interior era de decenas de miles de grados, deslumbró, a pesar de los lentes, a Bob Caron, el ametrallador de cola del avión Enola Gay, que había transportado la bomba.
La onda de choque sacudió el avión, mientras abajo la bola de fuego se iba transformando en una masa de nubes purpúreas que empezó a elevarse, coronándose en una nube de humo blanco que llegó a alcanzar los 12 kilómetros de altura y que adoptó la forma de un gigantesco hongo.
El Enola Gay viró hacia el sur, a las afueras de Hiroshima. A 600 kilómetros de distancia todavía era visible el hongo infernal. Conscientes de que habían hecho un gran daño a la humanidad, los pilotos Parsons y Tibbets lanzaron entonces el mensaje que conmovería al mundo: “Resultados obtenidos superan todas las previsiones”.
A las 2 de la tarde, el Enola Gay aterrizó en Tinian. El presidente Truman recibió el mensaje a bordo del crucero Augusta. Todos celebraban, menos el general Ike Eisenhower, quien dijo que tal demostración no era necesaria para derrotar a Japón.
El hombre había descifrado uno de los secretos del poder de la naturaleza creada por Dios y lo había usado para matar. Una vez más se cumplía la escritura que dice: “Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Ecle. 7:29). La conciencia había sido sacrificada por la ciencia. No lo hagas tú. Utiliza tu inteligencia y los recursos naturales para contribuir a un mundo feliz.