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La Biblia dice que Salomón tuvo setecientas esposas reinas y trescientas concubinas (ver 1 Rey. 11:3). Mil mujeres son muchas, ¿verdad? Hoy apenas se puede congeniar y complacer a una, y le quedamos a deber.
Si aspiras al matrimonio, te conviene saber que a las mujeres les gusta el trato fino, caballeroso. La mujer espera que el esposo le diga todos los días que la ama, aunque esté muy ocupado. La mujer espera fidelidad total. Ella ha confiado su vida a su marido. No espera ser defraudada.
La mujer es muy resistente, pero hay que tratarla con ternura. Las mujeres tienen la capacidad de hacer más de una cosa a la vez. Tienen mejor memoria que los hombres, y ponen atención a los detalles. Tienen gran capacidad de discernimiento. Las mujeres son bellas por diseño, y las que se consagran a Dios son bellas interiormente, lo que es más importante.
A los jóvenes maduros no les gustan las chicas fáciles. No las valoran. Nadie quiere una esposa poco seria para su compañera de la vida. Sé tú un joven maduro, pero ten en cuenta que lo que exijas de tu novia debes exigírtelo a ti mismo también. Si quieres pureza, debes ser puro, si quieres educación y cortesía, sé un joven educado y cortés.
Salomón tuvo muchas esposas, pero eso no es una buena costumbre. No se puede amar a muchas mujeres, ni siquiera a dos. El que ama a muchas tiene un serio problema: no es capaz de enamorarse. Pídele a Dios que te de la capacidad de amar. Ama a una mujer solamente.