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Optimismo

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Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 1 Samuel 17:45.

David fue un guerrero invencible, pero una de las batallas más difíciles que debió enfrentar fue la del concepto que muchos tenían de él.

Cuando el profeta Samuel fue a casa de Isaí porque iba a ungir rey a uno de sus hijos, este reunió a todos, pero no llamó a David. Según Isaí, cualquiera podía calificar para la corona, menos el pastorcillo. Para su sorpresa y la del mismo Samuel, Dios descartó a todos y tuvieron que llamar a David.

Cuando David fue al campo de batalla llevando provisiones para sus hermanos mayores, estos lo reprendieron. Pensaban que ese no era su lugar, que solo había ido a observar lo que ahí ocurría. En eso salió Goliat y pidió un soldado hebreo para pelear con él. David aceptó el reto y se lo dijo al rey Saúl. El monarca replicó diciendo que eso era una locura, pero David le convenció. Saúl le ofreció sus armas, pensando que la honda de David no servía para nada, pero David decidió pelear con su propia arma.

Cuando se presentó ante Goliat, este se burló de él, porque David era un muchacho. Hasta entonces, el único que creía en él era Dios. “Un ángel había indicado a David que fuera a salvar a su pueblo” -PP 698.

David creía en sus posibilidades. No era un indefenso pastorcillo. En defensa de su rebaño había peleado con osos y leones, y los había matado. Además, estaba mejor armado que Goliat, pues tenía un misil tierra-tierra, una piedra. Goliat tenía solo armas para pelear cuerpo a cuerpo. David tenía lo más importante, a Dios en su corazón, y con Dios de su lado fue a pelear.

Goliat se confió y se descubrió la frente. Ahí le dio la piedra.

Cuando vieron a David con la cabeza de Goliat en la mano, todos lo reconocieron. Pero antes de que triunfara, solo Dios creía en él.

Lo cierto es que cuando andaba apacentando su grey

ya el joven de los rebaños por dentro llevaba un rey.

No te subestimes. Dios está contigo. ¡Vuela alto!

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