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Perdido fui al buen Jesús

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Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazo y lo besó. Lucas 15:20 (NTV).

CHARLOTTE ELLIOTT

Charlotte Elliott tuvo una vida difícil. Inválida desde los treinta años de edad, sufría de dolores en los huesos, a menudo tan intensos que no le permitían levantarse de la cama. Estos dolores la llevaron a largos períodos de depresión. Aunque durante años acumuló ira y resentimiento contra Dios, a los 33 años sintió que el Espíritu Santo la llamaba a entregar su vida a Jesús.

Charlotte siguió con problemas de salud hasta el final de su vida, pero su forma de enfrentar el dolor y la frustración cambió radicalmente. Decidió aferrarse a Jesús, y enfocarse en la paz y el amor que solo el que conoce a Jesús experimenta.

El himno más conocido de Charlotte Elliott es “Tal como soy”, aunque escribió 150 himnos inspiradores. Es interesante analizar sus letras y encontrar en ellas su lucha por superar su dolor de la mano del Salvador. Otro de sus himnos también atesorado en el Himnario Adventista es “Perdido fui al buen Jesús”:

Perdido fui al buen Jesús. / Él aceptóme con amor; /

perdón hallé junto a su cruz; / hallé salud en su dolor. /

Jesús me dijo: “Ven a mí, / pues yo la vida di por ti”.*

Como cristiana, me enfrento constantemente con preguntas respecto al dolor. ¿Por qué Jesús curó a gente inválida, ciega, leprosa mientras caminaba entre ellos, y hoy no ocurren los mismos milagros entre nosotros, al menos no con la misma frecuencia? ¿Por qué los discípulos de Jesús curaban enfermedades en su nombre y nosotros no? ¿Por qué le pasan cosas malas a gente buena? Aunque no encuentro la respuesta para estas preguntas, una cosa sé: Dios promete estar a nuestro lado y no soltar nuestra mano mientras caminamos por el valle de sombra de muerte. Un día su amor vencerá el mal, y vendrá a buscarnos para que disfrutemos de salud y alegría por la eternidad. Mientras tanto, así como le dio fuerzas a Charlotte Elliott para procesar su dolor y convertirlo en poesía y música, le ruego que nos dé la misma fuerza e inspiración para enfrentar el dolor tomadas de su mano. —AP

*Himnario adventista (Mountain View, California: Pacific Press, 1962), #287.

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