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GOMER
Ninguna historia de amor que nos haya dejado la literatura en la forma de una novela clásica es tan conmovedora como la vida de Oseas. Es una historia trágica, demasiado frecuente en nuestros días, pero con un desenlace final absolutamente original.
Oseas se enamora de una joven encantadora, y esta le corresponde con su amor, pues el amor humano suele ser reciproco. Son felices hasta que un cáncer espiritual empieza a destruir el corazón de Gomer. Comienza a flirtear con otros hombres. Pronto, la novela romántica se transforma en un drama obsesivo, y aquella mujer de moral laxa viene a convertirse, de hecho, en una prostituta.
Así transcurren los capítulos 1 y 2 del libro. En el tercero, la tragedia se acentúa, y toma un giro casi desconocido en la experiencia humana. Gomer es abandonada por sus amantes, contrae una gran deuda, y acaba siendo vendida como esclava. Pero entonces sucede lo inesperado, y el libro de Oseas descubre terrenos inexplorados: no se trata de que el profeta tuviera una compasión "forzada” hacia ella; toda expresión de compasión que no es libre, es tóxica para ambos miembros de la pareja. No se trata de un hombre bueno que se apiada de una criatura herida, de quien fue su compañera, sino que se trata de un hombre que ama. ¡Oseas aún ama a su mujer!
Solemos decir que el amor todo lo puede, y que, si no nos cambia el poder del amor, nada nos cambiará. Pero, en ciertos momentos, pareciera que el amor no basta. Pienso en Gomer, y reconozco su frágil humanidad. Como mujeres, tenemos crisis, somos tentadas, y podemos caer. Sin embargo, en medio de las crisis nunca debemos olvidar que somos hijas de Dios. Cuando las crisis nos alcancen, busquemos el consejo de gente sabia; y sobre todo acudamos a Dios en oración. Contémosle nuestra confusión a Dios, para que el maligno no destruya nuestra vida ni la vida de quienes amamos.
Pero la historia de Gomer tiene además una enseñanza espiritual, para eso está en las Sagradas Escrituras: Nuestro amor a Dios es tan débil, egoísta y pervertido como lo era el amor de Gomer por su esposo. Pero Jesús, como Oseas, estuvo dispuesto a ser humillado por ti y por mí. Cada día vayamos a Jesús, nuestro Esposo espiritual, con corazón humilde y agradecido. — FB