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REBECA
Los cananeos eran idólatras, y el Señor había mandado a su pueblo que no se casaran con ellos, no fuera que cayesen en la idolatría. Abraham era ya viejo y pensaba que pronto habría de morir. Isaac estaba aún soltero, y deseaba seleccionar para él una esposa que no lo apartase de Dios. Esta tarea fue encomendada a su fiel y experimentado siervo, que era el mayordomo sobre todo lo que tenía...
El siervo a quien se le había confiado esta tarea comenzó su larga jornada, y cuando entró a la ciudad donde los familiares de Abraham vivían, oró fervorosamente a Dios pidiéndole que lo dirigiera en la elección de una esposa para Isaac. Rogó que se le pudiera dar alguna señal o evidencia a fin de no errar en este asunto.
El pozo donde se detuvo para descansar era un lugar donde muchos se reunían. Fue aquí donde el siervo notó los modales suaves y la conducta cortés de Rebeca. Todas las evidencias indicaban que ella era la mujer que Dios había elegido para llegar a ser la esposa de Isaac. Y cuando fue invitado al hogar, el siervo relató a su padre y a su hermano cómo el Señor le había dado evidencias específicas de que Rebeca debía llegar a ser la esposa de Isaac, el hijo de su amo...
Obtenido el consentimiento de la familia, preguntaron a Rebeca misma si iría tan lejos de la casa de su padre para casarse con el hijo de Abraham..... y dijo: “Sí, iré".
El criado, previendo la alegría de su amo por el éxito de su misión, no pudo contener sus deseos de irse, y a la mañana siguiente se pusieron en camino hacia su país. Abraham vivía en Beerseba, e Isaac, después de apacentar el ganado en los campos vecinos, había vuelto a la tienda de su padre, para esperar la llegada del mensajero de Harán. “Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían. Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac" (Génesis 24:63, 64).
El resultado de este casamiento, que nos es presentado en las Escrituras, es un tierno y hermoso cuadro de la felicidad doméstica: “Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó (vers. 67)”. -Elena G. de White, HD, 26-28