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El tacto

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Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es a ley y los profetas. Mateo 7:12.

PRISCILA

He presenciado escenas de niños haciendo berrinche con su madre en plena vía pública. He visto a las madres intentar infructuosamente resolver estas escenas con “soluciones” que empeoran aún más la situación, dejándolas en ridículo. El mejor consejo que oí al respecto, dado por una psicóloga, apuntaba a no ponernos al “tú por tú” con el infante sino susurrarle al oído “esto lo arreglamos en casa”, y continuar con la actividad como si nada hubiera acontecido. El niño ahora carece de argumentos para su show, pues ya no es el centro de la atención. Al llegar al hogar han de tomarse las medidas necesarias. Esto se conoce como “tacto" en la corrección de una conducta errónea.

El Diccionario de la Real Academia Española define al tacto como prudencia para proceder en un asunto delicado.

Apolos, un hombre “poderoso en las Escrituras” (Hechos 18:24), llegó a la ciudad de Éfeso y en la sinagoga comenzó a enseñar “con denuedo” (Hechos 18:26). Al oírlo, Priscila, una sierva del Señor, se dio cuenta que Apolos solo tenía un conocimiento parcial del Altísimo.

¿Cuál hubiera sido nuestra actitud si hubiéramos estado en el lugar de Priscila? ¿Hacerlo callar? ¿Decirle que lo que enseñaba no era correcto, o peor aún, decirle que no sabía nada? ¿Pedirle que se retirara? ¿Exponerlo a la vergüenza pública mediante argumentos difíciles de rebatir o debatir con él provocando una pelea?

Ninguna de esas opciones eligió Priscila; no usó del ridículo ni de la ofensa. Dice la Escritura, que “cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios” (Hechos 18:26). ¡Qué hermosa manifestación de tacto! ¡Cuánto tenemos aún que aprender de estos piadosos discípulos del Señor! Dice Elena G. de White que Priscila, junto con su esposo, Aquila, “temían a Dios y trataban de evitar las contaminadoras influencias que los rodeaban" —HD, 74. Tal es el secreto del tacto: Dios en nuestro corazón.

Cuando tengas que lidiar con una situación que involucre personas, piensa en Priscila, ora y resuélvelo como el Señor lo haría, combinando el amor y el tacto. Esta fórmula no falla. —AR

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