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Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Juan 15:13

PRISCILA

En mi infancia leí la historia de Dionisio Díaz, un niño de ocho años, oriundo de Arroyo de Oro, Uruguay. La víspera de su cumpleaños, su abuelo, en desmedido arranque de ira, asesinó a cuchilladas a su madre. Dionisio vio el brutal acto y fue en busca de su tío, con quien también convivía. Este se trabó en lucha con el abuelo de Dionisio, quien lo hirió a él y a Dionisio. Por orden del tío, el niño tomó en brazos a su tierna hermanita y se escondió en el monte para salvarse de su abuelo. Al otro día, muy temprano, Dionisio logró arribar al pueblo más cercano. Con sus últimas fuerzas, dejó a su hermanita con la policía del lugar, pero antes de ser trasladado al hospital murió a causa de sus heridas. Con solo ocho años de edad, Dionisio Díaz se tornó en héroe al salvar a su hermanita a costa de su propia vida. ¡Cuánto amor!

La vida para Priscila y su familia no era fácil. Desterrada, perseguida, discriminada por ser fiel al evangelio de Cristo, conoció a Pablo, y junto con su esposo trabajó con el apóstol, confeccionando tiendas para ganar el pan. Pero los hostigamientos seguían: las afrentas, las persecuciones, los insultos y desaires que Pablo sufría, a ella también la hostigaban y ofendían. Predicaban sin cesar la Palabra de Dios a los gentiles, y la situación se tornaba cada vez más difícil. Pero Priscila se mantenía fiel a Dios y honrando su amistad con el hermano Pablo. A tal punto la amistad se fue fortaleciendo, que Pablo declara de ella y su esposo: “Expusieron su vida por mí” (Romanos 16:4). ¡Que manifestación de amor de hermanos y amigos!

Hoy vivimos en la cultura de lo “descartable”. Lo que no sirve termina en el bote de la basura. Vivimos tan de prisa que no apartamos tiempo para conocernos, y así procedemos a “descartar” a las personas al mínimo error o discrepancia. No valoramos la amistad, no hay amor que la sustente.

Te desafío a ser diferente. Manifestemos al mundo lo que la amistad significa. Cultivemos nuevas amistades, cuidemos las que ya tenemos y, sobre todo, sigamos el ejemplo de Priscila y de Jesús, quienes estuvieron dispuestos a dar su vida en bien de otros, solamente por amor. -AR

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