Regresar

Nuestro eterno refugio

Play/Pause Stop
¡Que el SEÑOR premie tu acción! Que tu recompensa sea completa de parte del SEÑOR Dios de Israel, ya que has venido a refugiarte bajo sus alas. Rut 2:12 (RV15).

NOEMÍ

Mi esposo, el pastor Julio Chazarreta, promotor y evangelista de la revista El Centinela, recorre la División Norteamericana promoviendo este recurso evangelizador. Me encanta acompañarlo a sus campañas de evangelización y ver a muchas personas aceptar a Jesús como Salvador. Pero antes de salir, limpio mi casa. No me agrada regresar a una casa desordenada y sucia. Siento gran satisfacción al volver a mi hogar y encontrar todo limpio.

Noemí emprendió un largo viaje con su familia sin saber cuándo volvería. Si pensaba como yo, seguramente limpió su casa con esmero antes de partir, con la esperanza de volver algún día a su amado hogar. Ese día llegó por fin. Pero la mujer fuerte que salió de Belén con las manos llenas regresó vacía y triste. Solo un vago destello de esperanza le decía que todavía había refugio en el Dios de Israel.

Encontró cuatro paredes despintadas en una casa abandonada. Al ver su triste realidad, se llamó a sí misma, “Mara”, que quiere decir “amarga”, pues su gozo se tornó en amargura. Por un momento olvidó al Dios que dio de beber a su pueblo agua de una roca y alimento del cielo (ver Éxodo 17:5, 6; 16:4).

De pronto, una mano tierna se posó en su hombro. Era Rut, su nuera fiel. Casi la había olvidado. Esa jovencita moabita, quien con tanto amor la había acompañado en su largo viaje de regreso a casa, se convertiría en su mayor bendición, y Noemí no la veía. Allí estaba Rut, a su lado, dispuesta a hacer lo que fuere necesario para verla feliz. Dios no abandonó a Noemí a su suerte.

Así es Dios con nosotras: un Padre amante que aun en medio de las tormentas de esta vida posa su mano de misericordia sobre nosotras para traernos paz en medio de la prueba. ¿Cómo no refugiarnos en un Dios tan amante y compasivo?

Querida amiga, pase lo que pase, nunca te desesperes ni pierdas la fe. Vuelve tus ojos a Jehová de quien recibirás la ayuda (ver Salmo 121:1, 2). Él te recibirá, porque “has venido a refugiarte bajo sus alas”. -LCh

Matutina para Android