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RUT
A nosotras siempre se nos ha considerado el sexo débil. Quizá sea la razón por la que hay tanto maltrato, discriminación y el horrible estigma de “mujer objeto”. Sin embargo, la Biblia, escrita en medio de una sociedad machista, realza la figura de la mujer elevándola al plano original, al que Dios diseñó cuando la creó.
Podemos considerarnos las hijas del Rey, porque eso es lo que somos: “sus princesas”, su “real sacerdocio” (1 Pedro 2:9). Por tanto, toda mujer que entra en el reino de la gracia redentora es reconocida aun por sus enemigos. Ese fue el caso de Rut. Todos en Belén hablaban de ella, y la estimaban como “mujer virtuosa".
Me la imagino de madrugada, preparando el pan para que su suegra lo encontrase calentito cuando se levantara, o yendo con su cántaro al pozo a buscar agua. Considero que su historia, de algún modo inspiró el elogio de la mujer virtuosa (Proverbios 31).
En Proverbios 31:13, 19 y 22, se describe a una mujer diligente y diestra en las artes manuales. No sabemos si Rut fue educada desde niña en trabajos manuales, pero Noemí, como buena judía, que no podía estar ociosa, debió entrenarla en los trabajos de hilandería y costura. Los versos 16 y 23 identifican a una mujer dueña de terrenos. Aunque Rut no tenía tierras propias, ella fue el medio por el cual Booz adquirió las tierras de Elimelec, y el hijo de ambos heredó todo lo de Booz y Elimelec, lo cual evitaba que ella pasara estrecheces económicas. El versículo 20 la considera benefactora de los pobres y necesitados, una filántropa. Este rasgo sobreabundaba en Rut, por sus constantes muestras de bondad. Y el versículo 26 resalta: “Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua”. Esta mujer es sabia, y su opinión es considerada y respetada.
Booz tuvo que haber advertido estas cualidades y muchas más en el carácter de Rut. Por lo tanto, estaba seguro de que ella, aun sin ser judía, podía ejercer una importante influencia espiritual sobre él, sobre sus hijos y sobre su nación.
Amiga, nosotras tenemos la clave para que nuestra familia sea próspera o fracasada. Oro para que nuestra influencia sea tal que nos convierta en mujeres virtuosas para Dios y para el mundo. —LCh