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Desde Santiago, la capital de Chile, mi esposa y yo tomamos un autobús que nos llevaría al norte, a la ciudad de La Serena, en la costa, la segunda ciudad más antigua de Chile. Sería un trayecto de unas siete horas, y nos sentíamos felices de pasar unos días allí con algunos de mis familiares. Cuando llegamos, mi tío nos estaba esperando en la estación de autobuses. La Serena es uno de los destinos playeros más populares de Chile durante el verano. El clima cálido y los kilómetros de hermosas playas atraen a miles de personas de todo el continente cada año.
En los días que pasamos allí, mi tío nos llevó a visitar la zona. Un día decidió manejar hacia el interior, a la cordillera de los Andes, que es el paisaje de fondo de casi todas las ciudades chilenas. Pronto advertí que estábamos entrando en una región desértica muy caliente y árida de Chile, que se ha convertido en una zona agrícola muy importante. Por el clima cálido y los deshielos anuales provenientes de los Andes, es un lugar ideal para cultivar alimentos. El único problema es que las aguas son abundantes mayormente durante la primavera. Mi tío nos llevó más arriba, a las montañas, hasta que llegamos a una gran reserva creada por una represa enorme que se había construido hacía poco tiempo. La represa había sido construida para recolectar agua y redirigirla a las granjas poco a poco, para que hubiese agua disponible todo el año.
Las plantas necesitan un poquito de agua regularmente. No puedes regar una planta una vez y esperar que crezca sin regarla más. Dios nos ha pedido que hagamos lo mismo con nuestro tiempo de devoción. Necesitamos pasar tiempo con Dios regularmente, no solo una vez por mes o algunas veces al año. Nuestra relación con Dios crecerá a medida que pasemos tiempo con él cada día, durante todo el año. ¡Pasa un rato a solas con Dios hoy!