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Cuando estaba en la escuela, me encantaban los viajes de estudio. Me daba igual si se trataba de una excursión al acuario cercano, a una granja o a un museo. Dondequiera que fuéramos, era divertido y emocionante ir a un lugar distinto con mis amigos y aprender mirando y experimentando algo nuevo.
Cuando era más joven, los museos nunca tenían ningún tipo de contenido religioso o espiritual. De hecho, todo lo contrario. Generalmente enseñaban que no había Dios ni Creador. Enseñaban que la vida apareció por sí sola y evolucionó durante millones de años hasta formar criaturas asombrosamente complejas, por azar. De adulto, cuando llevo a mis hijos a esos museos, siempre estoy preparado para recordarles que muchas de esas explicaciones son contrarias a la Biblia, pues dependen de ideas humanas imperfectas.
Hace algunos años escuché acerca de un nuevo museo. Me entusiasmó que alguien estuviera construyendo un museo de vanguardia que le diera a Dios el crédito por lo que ha hecho. Se construyó en Kentucky, cerca de Cincinnati, Ohio, y se llama Creation Museum [Museo de la Creación]. Poco después de su inauguración, organicé un viaje con mi familia para visitarlo. Quedé sorprendido. Ya había visitado todos los museos Smithsonianos de Washington, D.C., y varios museos de universidades prominentes de los Estados Unidos, pero el nuevo Museo de la Creación tenía muestras interactivas, muchas pantallas con breves videos explicativos, criaturas robóticas asombrosas, y exhibiciones que hablaban o producían sonidos. Había escenas históricas meticulosamente recreadas, ¡y hasta un planetario y un teatro 4-D! Lo mejor era que todo el museo le daba el crédito y la gloria a Dios por ser el Creador.
A veces nos encontramos queriendo conformarnos a este mundo, pero Dios nos ha llamado a salir de él ¡y proclamar audazmente la verdad! No te dé pena ni temor; recuerda que somos imitadores de Cristo.