|
En el devocional de ayer, compartí contigo un poco sobre nuestro viaje de presupuesto limitado a México, hace un tiempo. Luego de visitar Chichén Itzá ese día, volvimos a la parada para subir al autobús y regresar a Cancún. Pronto descubrimos que el último autobús ya había partido. Como hablábamos español, pude averiguar que había más autobuses que salían hacia Cancún, pero desde una ciudad llamada Valladolid, a unos 45 minutos de distancia. Probablemente te preguntes, ¿Y ahora qué? Caminamos hasta la calle y estiré mi dedo pulgar. Aunque “hacer dedo” no es muy popular en los Estados Unidos, es una manera bastante común de viajar en muchos otros países, ¡especialmente si viajas con un presupuesto muy limitado! Luego de unos pocos minutos, mi esposa y yo logramos que un hombre que conducía una camioneta nos diera un aventón. Dijo que se dirigía a Valladolid, pero solo tenía lugar para llevarnos en la parte trasera, abierta, de la camioneta. Nosotros no estábamos en posición de ser quisquillosos, así que nos subimos. Era solo un trayecto de 45 minutos, ¿qué podía salir mal? Diez minutos después, comenzó a llover.
Mi esposa pensó que yo estaba loco, pero finalmente llegamos a la estación de autobuses de Valladolid, y de allí pudimos tomar un autobús de vuelta a Cancún esa misma tarde. Al final, como habíamos “hecho dedo" parte del camino, el viaje de regreso nos costó aún menos que el de ida. Sé lo que estás pensando: ¡Qué increíble! ¡Qué tacaño! He aprendido que, para viajar mucho, debes estar dispuesto a adaptarte a las situaciones y a estar satisfecho.
Aprender a estar satisfecho desarrollará tu carácter y te ayudará a superar las dificultades de la vida. También te dará gozo y paz, y eliminará el deseo constante de cosas que no tienes. Vive gozoso, simplemente sabiendo que Dios está contigo ¡y que nunca te dejará!