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Manejar por el suroeste de los Estados Unidos significa encontrarse con algo nuevo a la vuelta de cada curva. Hace varios años, cuando manejaba por el sur de Colorado, paré en uno de los parques nacionales más interesantes del país: Mesa Verde. El parque está ubicado sobre una meseta, una zona llana y grande sobre una montaña. Entre las áreas llanas hay colinas ondulantes y cañones. La razón por la cual este lugar se convirtió en un parque nacional es que, a fines de 1800, unos exploradores descubrieron los restos de una antigua civilización indígena que vivió en aquellas mesetas hace varios siglos. Los anasazi, como se conoce a esa civilización, construyeron en cuevas y bajo salientes de los acantilados, unos poblados de piedra espectaculares. Hoy es posible visitar esas ruinas, y de verdad te digo que son algo espectacular. En aquel entonces no había carreteras, así que es un misterio cómo y por qué los anasazi eligieron esa ubicación. Aunque vivieron en las superficies llanas de las mesetas, crearon con gran maestría lo que hoy es un famoso destino turístico.
Los historiadores estiman que el poblado del acantilado más grande albergó en algún momento cerca de cien habitantes. Aparentemente, estas personas querían "aislarse”. Estaban en lo alto de una meseta a la que era difícil acceder, y construyeron sus casas en paredes de acantilados aún más difíciles de alcanzar. Muchas personas han intentado descubrir el porqué, pero lo interesante de esta civilización es que dejaron muy poca historia escrita. Un misterio aún mayor es por qué abandonaron ese lugar.
Hay muchos misterios en el mundo, y es emocionante intentar descubrirlos. Ahora Dios nos revela un poco de algunos de los misterios de la vida, pero cuando lleguemos al cielo, todas nuestras preguntas serán respondidas. Entonces, entenderemos todo, y ya no querremos cambiar ni una cosa de lo que Dios ha hecho en nuestra vida. Mientras estamos aquí, hemos de confiar en que él sabe lo que hace, sabe por qué lo hace, y sabe adónde quiere llevarnos y cuándo lo hará.